Cuando Fergus preguntó por
qué el aire no era un elemento, Wisteria contestó que el aire era semejante a
la energía, y a lo que los chinos llamaban el Chi.
“El Chi es energía que puede
ser positiva o negativa según los lugares por los que pasa y según lo que
encuentra en su camino. El Chi es bueno, pero puede convertirse en malo, y si
esto sucede, se llama Shar Chi.
Wisteria alzó una mano como
para saludar y una criatura de un blanco azulado, que parecía una nube
merengosa y un gatito a la vez, apareció ante nosotros.
“El Chi bueno se mueve como
la seda por lugares armoniosos con sonidos armoniosos, tales como el tintineo
de campanillas bien afinadas y el dulce cantar de los pájaros cantores,” dijo
la tierna criatura suavemente. “Yo no debo pasar con demasiada celeridad por un
lugar ni encontrar demasiados obstáculos en mi camino, Si eso sucediese, yo
mutaría.”
Y el Chi comenzó a hacer
justamente eso. Se convirtió en algo oscuro y ominoso que se asemejaba a un fiero
león, con el rostro furioso y garras afiladas.
“Si mi camino no es fácíl y
llano,” gruñó la temible criatura, “traeré mala suerte y causaré calamidades
por donde pase.”
Cuando parecía que estaba a
punto de tirarse a nosotros, Wisteria volvió a alzar la mano, esta ve para
decir adiós y la criatura se desvaneció.
“No se ha ido,” dijo
Wisteria. “El Chi siempre está presente.
Para tener buena suerte en la vida es absolutamente necesario atraer al buen Chi
y repeler al Shar Chi.”
“Menos mal que no les
podemos ver,” gruñó Fergus. “Viviríamos cada momento con el corazón en la boca.
Peor que los gérmenes es este Shar Chi.”
“Michael,
es hora de que echemos un vistazo a tu casa,” dijo Wisteria.
Y
Michael sacó una llave de su bolsillo. Agarró la llave de su casa de Isla
Mazana prietamente, cerró sus ojos y murmuró las palabras que nos llevarían a
todos hasta allí.
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