Para encontrar tu camino en este bosque:

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miércoles, 24 de abril de 2024

284. Los Hojitas tienen algo que aclarar


284. Los Hojitas tienen cosas que aclarar

Nosotros, los Hojitas, que publicamos las Cartas Lunares de Brezo a su hermano Arley, dijimos que explicaríamos el Calendario Lunar Feérico. Y como cumplimos nuestras promesas, lo haremos aquí y ahora.

El Calendario Lunar feérico tiene exactamente los mismos meses que el Gregoriano que usan los mortales. Pero la luna, cuando aparece en el cielo de Isla Manzana, no se comporta igual que en el cielo que ven los mortales. Para empezar, no hay mes que no tenga una luna llena al menos. Los mortales a veces no disfrutan de una luna llena dentro de un mes, soliendo notarse esta falta sobre todo en febrero, por ser un mes algo más corto. Eso no pasa en Isla Manzana. Lo que sí pasa es que todos los meses, cuando la luna ha llegado a estar lo más llena posible, de pronto cambia de color. Se vuelve de un tono distinto cada mes. Y eso ocurre exactamente durante sesenta segundos. O sea, durante un minuto, cada luna llena se ve de un color distinto cada mes. Y los meses que hay luna azul, es decir, dos lunas llenas en un mes, la segunda luna se vuelve del azul más azul mientras está llena, ocurra esto en el mes que ocurra. Debajo tenéis un dibujo con los colores que muestra la luna llena durante un minuto cada mes.

A continuación, vamos a explicar de qué va el Pozo Predícelo, que es el lugar donde conseguimos leer las cartas de Brezo antes de que las escriba. Para llegar hasta este pozo, primero tienes que encontrarlo, pues nunca se queda fijo en un lugar, sino que vaga como si tuviese pies por alrededor del corazón del Bosque Triturado. Nunca se coloca sobre el mismo corazón, pero cerca anda. 

La mayoría de la gente no tiene ni flores de lo que va este pozo. Algunos echan monedas en el pozo y piden un deseo, pero este pozo no concede deseos y si ocurre algo que hacer pensar que sí lo hace, pues debe ser una coincidencia. Sin embargo, si echas dentro del pozo una moneda con la cabeza de un burro en el lado ese que se llama “cara” y la fecha 21 de junio de 1595 en la parte llamada “cruz,” el pozo responde ensanchándose  e invitándote a saltar dentro de él. Si lo haces, te hundes hasta llegar a un prado de hierba verde en el que ves un estanque de agua de un verde muy claro. 

Ese es el Estanque Predícelo. Si miras dentro de este pozo pensando en lo que quieres saber, verás eso mismo. La visión no dura mucho, pero se pega a tu cerebro y vive dentro de tu memoria todo el tiempo que necesites que quede guardada ahí. ¿Cómo se sale del pozo una vez que has visto lo que querías ver? Esto ocurre sin que tengas que hacer nada. De pronto te encuentras que el pozo te ha expulsado de su interior y que estás otra vez en el bosque. Y no estarás ni gota mojado.

Otra cuestión que queremos aclarar aquí es la del aspecto que tiene el hermano imaginario de Beaurenard Leonado Flynn. Todos nos lo preguntan. Bueno todos los que no han tenido la oportunidad de ver a este hada liebre en persona. Michael O’Toora ha sido tan amable de hacer un dibujo de Radley para que nosotros lo podamos mostrar aquí. Observareis que Radley parece más duro y aguerrido que su delicado hermano Beaurenard, aunque no debería ser así, porque Radley es una hada liebre y Beau un hada zorro que debería parecer más peligroso. Tal vez sea por los ojos dorados tan penetrantes del hada liebre. O quizás por sus bigotes.

 Radley también tiende a llevar absurdas – en nuestra opinión – camisas y jerséis con dibujos que parecen los que se usan para decorar huevos de pascua. Pero entendemos que probablemente tenga sus razones para ponérselos, y en cualquier caso de gustibus non est disputandum.

Si tenéis dudas sobre cualquier otra cosa, o necesitáis más información, escribidnos a los Hojitas. Con dejar un comentario más abajo valdrá.

lunes, 15 de abril de 2024

283. La Sexta Carta Lunar

Hablan los hojitas: "Hemos vuelto al Pozo Predícelo y hemos podido leer la sexta carta lunar que Brezo va a escribirle a su hermano Arley este Junio." 

283. La Sexta Carta Lunar escrita por Brezo a su hermano Arley durante la luna de la cálida lavanda, carta en la que se ve que hay quienes se preocupan por la suerte de la ostra.

Mi querido hermano,

No tengo mucho que contar este mes. Desde que quedó claro que ni Radley ni Beaurenard habían envenenado a Alpin, y como Darcy le pidió a su madre que asumiese esto y no tomase medida alguna contra el hada zorro, pues ya no teníamos motivos para permanecer refugiados más tiempo en el spa. Volvimos a casa y estamos viviendo como lo hacíamos antes de este follón.

Beau y yo, sin embargo, no podíamos evitar pensar que no todo había ido bien. Él estaba tan obsesionado con las piedrecitas y las astillas que molestaban a la ostra que yo decidí tomar cartas en el asunto.

“No entiendo por qué te sientes tú culpable de cosas que dices que no has hecho. Qué seas responsable de que Alpin haya quedado convertido en ostra puede que sea discutible para él que anda buscando el lejanísimo origen de esa desgracia, pero tú no has incitado a Betabél a maltratar a la ostra. Así que no eres culpable de eso.”

“No me siento culpable de que Alpin sea ahora una ostra. Pero no puedo evitar pensar que esto me pasa por ir por ahí tentando a la gente. Yo tenía que protegerte, y lo hice lo mejor que pude. Para eso me mandaron aquí. Pero es que no le he dicho a Betabel que las perlas, por bonitas que sean, son el resultado del sufrimiento de la ostra. Y lo que está haciendo me parece pasarse.”

“Y no se lo dijiste porque sabías que ella ya lo sabía. ¿A qué sí?”

“No tuve el valor de decirla que me parecía que se estaba pasando, porque me parecía que estaba disfrutando con ello y porque sinceramente no creo que esté muy bien de la cabeza.”

“No sabemos por lo que ha podido pasar. Pero si sabemos que primero se burlaron de ella unos sinvergüenzas que se hicieron pasar por alienígenas y que luego su familia se hartó de ella por traerles problemas y acabaron repudiándola del todo cuando decidió casarse con Alpin. Y eso de estar casada con Alpin no debió ser fácil. Yo nunca había pensado que se puede provocar a las ostras para que creen perlas. Nadie hace eso aquí. Las pocas perlas que hay aquí son el resultado de accidentes. Algo natural, nunca provocado. No me extraña que no le dijeses nada a Betabél. No es fácil decir algo así a alguien con problemas. Pero a tiempo estamos.”  

Reservamos una habitación en el hotel de Betabel y nos fuimos a la Isla de Pascua. Una gran habitación era esa, con unas vistas de fábula del amanecer y del atardecer y he de decir que disfrutamos de nuestra estancia. Pero en cuanto lo consideré prudente yo hablé con Betabel. Su collar ya estaba hecho y era  sin duda el mejor collar de perlas de agua salada de todo el mundo feérico con hileras e hileras de perlas robustas y brillosas, pues una ostra mágica es un tesoro nada común, y puede crear unas treinta perlas al día. Felicité a Betabél por el collar aunque tenía mis reservas sobre su origen  y ella intentó venderme unas cuantas perlas que la sobraban, pero yo la dije que ella no debía vender perlas.

“Este collar ahora mismo es una maravilla. Pero parte de su valor está en lo poco común que es. No existen perlas tan hermosas como estas. En ninguno de los dos mundos. Pero si te pones a crear más y encima las vendes, aunque bonitas, se volverán corrientes y perderán valor.”

Y eso bastó para que la ostra dejase de crear perlas. Pero no fue todo.  Yo quería hacer una propuesta. La hice, y Betabél la aceptó.

Así que cuando Beau y yo regresamos a casa, fuimos a ver al puca. Anduvimos hasta el puente bajo el que Garth acecha en el Bosque Triturado. Estaba aquello muy bonito, cubierto de  musgos verdes, anapelo azul, lamio rosa, mantilla de dama con sus estrellitas amarillas y delicadas violetas de agua entre otras plantas. Pero no había ni rastro del puca. Un hojita me preguntó si  buscaba a Garth y me informó que estaba desayunando con Michael O’Toora en la casa árbol que este tiene en el bosque. Y ahí fuimos. Yo estaba contenta, porque pensé que Michael podría ayudarme a convencer al puca de que me diese lo que le iba a pedir.

Y así fue. Comencé por preguntarle a Michael si era o no cierto que Alpin había sido un ser  inocuo, útil y hasta amable cuando el puca le había convertido en un hombre joven algo extraño. Y entonces me atreví  a preguntarle al puca si estaría dispuesto a volver a convertir a Alpin en esa persona. Al principio el puca se mostró reticente. Le cambió la cara al oír mi propuesta y me echó una mirada que me hubiese asustado si Michael no hubiese intervenido y le hubiese dicho que debía hacer lo que yo había sugerido aunque sólo fuese por caridad.

Los hojitas que estaban presentes también tomaron partido y apoyaron mi sugerencia. Dijeron  los hojitas que el joven devorabasuras nunca había causado daños en el bosque. Sólo en una ocasión había comido algo que había crecido ahí. Sólo fue la mora mancillada que le había tornado en una manzana cíclope. Y eso no contaba como ofensa  porque sólo había sido un experimento. Sí era cierto que él se había comido toda la basura que dejaban en el bosque mortales irresponsables, pero eso era para el bien del lugar. Recordaron los hojitas a Garth que sólo la madre de Alpin había protestado porque su hijo se hubiese convertido en ese joven devorabasuras. Y ella ahora estaba distanciada de su hijo, que se hallaba bajo la custodia casi exclusiva de su mujer.

Yo añadí que cuando hablé con Betabél de esto, ella no se opuso al cambio a pesar de no haber conocido al joven devorabasuras, ese decir, a Alpin, bajo esa forma. "Ya no necesito a la ostra," dijo, "pues si hace demasiadas perlas, bajará el valor de las mismas." Me repitió lo que yo había dicho como si la idea fuese suya, y sinceramente, yo me alegré de ello, por lo que había conseguido a favor de la ostra.  Me dijo que los huéspedes del hotel producían mucha basura y que disponer de alguien que se deshiciese de ella la vendría bien siempre suponiendo que el devorabasuras fuese dócil y no la despreciase, agobiase y chinchase como había hecho Alpin, recordándola todo el rato que ella no era yo. Tenía muchos agravios, demasiados para contar aquí. Tampoco estaría bien hacerlo.

 Beau y yo nos fuimos de la casa árbol de Michael con la promesa de Garth de transformar  la ostra en el joven devorador de basura, siempre que Betabel se comprometiese a mantenerle en la Isla de Pascua y alejado del Bosque Triturado. Antes de que me fuese, Michael hizo un dibujo del joven devorabasuras para que Betabel viese como iba a quedar la ostra. Todos los presentes, que habían conocido a ese chico, dijeron que había salido calcado. Llamé  a Betabél con mi bola de cristal y la enseñé la imagen. Yo estaba algo preocupada de que tal vez no la gustase el aspecto del devorabasuras, pero cuando lo vio por la bola de cristal parecía conforme y le dio a Garth luz verde para proceder con la transformación.

“El cambio ocurrirá el veintiuno de este mismo junio,” dijo Garth, “cuando la luna gibosa creciente se ponga, unas pocas horas antes del amanecer. Dile a esa chica que tenga a mano ropa de hombre seca, toallas y una mopa, pues su marido emergerá del estanque de peces en el que ella guarda la ostra, vestido, pero empapado.”

Y así fue. Y que yo sepa, el hombre joven que ahora es Alpin parece haber aceptado a su esposa y no se llevan mal. Pero la persona que está más contenta con este arreglo es Beaurenard, que me agradeció muchísimo que hubiese puesto fin al tormento de la ostra. Verás, es que él es muy defensor de los derechos de los animales, pues a veces se convierte en algún animal u otro y sabe bien cómo se sienten. Esta misma tarde él y yo vamos a visitar el Lago de los Cisnes que es una de las maravillas de Isla Manzana y vamos a nadar juntos en él transformados en cisnes nosotros mismos.

“Lo que tenemos que aprender de esta historia,” le dije a Beau, “es que uno tiene que tratar a su pareja bien siempre, tan bien como a cualquiera. La familiaridad no debe crear desprecio. Que donde haya confianza no de asco. Y también hay que no ser demasiado celoso, Beau.”

Y ahora nos podemos concentrar en ver cómo podemos lograr que los Atsabesitos tengan una fiesta del día del nombre. Igual no va a ser fácil.

P.D.

Este mes, Mauelito ha disfrutado de una tarta del ángel recubierta con una glasa de naranja, vainilla y semillas de amapolas. No es lo habitual en un gato, pero a este minino le encantan los cítricos. Sólo se cuida de que el zumo no le salte a los ojos. Adjunto la receta de la glasa.

Glasa de Naranja Vainilla y Semillas de Amapola

Tres cucharadas de mantequilla sin sal

Una y tres cuartos de taza de azúcar glas

Tres cucharadas de zumo de naranja muy fresco y recién hecho

La mitad de un grano de vainilla

Un pellizco de sal marina

La mitad de una cucharita de té de semillas de amapola

Derrite la mantequilla en una olla pequeña, bajo un fuego bajo.

Cuando se haya derretido la mantequilla, añade a esta el azúcar, el zumo de naranja, la sal y la mitad de las semillas procedentes del grano de vainilla, que habrás extraído del mismo cortando el grano a lo largo y por la mitad.

Revuelve la mezcla hasta que quede muy igual y suave.

Cuando esté lista, espárcela con cuidado por encima de la tarta del ángel

Antes de que se seque y endurezca la glasa, decórala espolvoreando semillas de amapola por la misma.

jueves, 11 de abril de 2024

282. La Quinta Carta Lunar

 Hablan Los Leafies: "Nos hemos enganchado de tal manera a la historia de Brezo y Beaurenard que no hemos podido aguantar la espera y hemos acudido al Pozo Predícelo. Allí hemos podido leer con antelación la carta que Brezo le va a escribir a Arley en mayo. Publicamos está carta del futuro aquí ahora para que tú, querido lector, tampoco tengas que esperar. Ya explicaremos en otro momento que exactamente es el Pozo Predícelo."

282. La quinta carta lunar, escrita por Brezo a su hermano Arley durante la insinuante luna rosa, en la que se revela lo que les sucedió al No Cambiadito y a su irresistible hermano mayor.

 Querido Arley,

Es fácil olvidarse del tiempo aquí. Conforme van pasando los días se me hace más y más difícil partir por las mañanas y sólo puedo pensar en regresar por la noche. Y bostezo durante el día y por fin Cardo, a pesar de estar inmersa en sus asuntos, se ha dado cuenta de que algo me sucede. Por eso encontró el camino al spa un día, siguiéndome sigilosamente a ese lugar en compañía de Quintín Andaraudo.

“¿Y esto de que va?” le gritó a Beaurenard cuando vio que me había reunido con él.

“Es exactamente lo que parece. O eso creo. ¿Es así Brezo?” dijo Beau, girándose para ver que tenía que decir yo. “Lo que tú digas lo confirmó.”

“¿Estás tan zumbado como dicen?” Brezo le volvió a gritar a Beau. “Porque si es así, apartate de mi hermana. ¡Atrás!”

“No he envenenado a nadie, si te refieres a eso. Pregúntaselo a AEterno. Tu abuelo sabe que no he hecho nada de eso. Sólo finge que sí para hacer rabiar a la Novia Diabólica. Sí que es cierto que no nos gusta Alpin. Ni a él ni a mí. No nos gusta nada.”

“¿Entonces por qué te escondes aquí?”

“Todo el mundo persigue a Beaurenard,” intervine yo. “Ha venido aquí para hallar un poco de paz, para huir de los que le persiguen.”

“La única gente que yo he visto perseguir a este son mujeres en fiestas,” dijo Brezo. “Así que no vaya de víctima. Brezo, se sabe que él  ha estado en catorce sitios al mismo tiempo. ¿Y si está con catorce chicas distintas ahora mismo?”

“¡Nooooo!” protestó inmediatamente Beau. “¡Menuda idea! Yo no soy así. Tú misma has dicho que me has visto huir de ellas. Si huyó, no estoy con ellas. ¿No? ¡Claro que no!”

“Tal vez huir te vuelva más emocionante de cazar,” le dijo Cardo a Beau, encogiendo los ojos. "Vale que el amor es una locura, pero...¿a qué traes aquí a mi hermana si no estás zumbado? Además, tú y tu hermano admitisteis dar de comer chocolate a Alpin. ¿Qué ha sido de él  tras comerlo?”

“Yo nunca he admitido nada de eso. Intentamos…es decir, Radley intentó…detenerle cuando empezó a comerse el chocolate. No le hemos dado nada de comer. Alpin es un agente libre. ¿No?”

“Tú sabías que cuanto más le aconsejases que no tocase el chocolate más lo querría comer.”

Beau le contó a Cardo su historia con todo lujo de detalles, y también que se estaba escondiendo de la Novia Diabólica porque ella insistía en culparle de la desaparición de Alpin. 

“No puedo culparte por querer deshacerte de Alpin,” dijo Cardo. “He querido matarle en más de una ocasión. Pero no involucres a mi hermana en tus riñas. Ella viene y va de este spa. Y si la Novia Diabólica se entera de que se ve contigo, la interceptará y puede que la pobre acabe pagando este pato. Aislene ya está cabreada porque Brezo no se interesó por Alpin como él por ella.”

“¡Jamás consentiría que alguien le hiciese daño a Brezo!” dijo Beau.

“Aislene no me hará ningún daño,” dije yo. “Ella no me quería para Alpin tampoco, igual que no quería a Betabel. Y sé que no me hará daño por la consideración en la que tiene a Arley. Y porque Mamá la dejó que se quedase con Alpin cuando era bebé y no dejó que la obligasen a cambiarlo por un niño mejor.”

 “En cualquier caso, ya no hace falta que vayas y vengas, Brezo,” dijo Cardo. “Ya conozco tu secreto, aunque no tengo claro que pensar de todo esto. Quintín y yo nos vamos a ir de aquí ahora, pero te estaré vigilando, Flynn. ¡Ten eso bien en cuenta! Siéntete perseguid. ¿Dónde estás, Quintín? ¡Nos vamos!”

Quintín estaba un poco más atrás, estudiando lo que podía ver del spa.

“Creo que me gusta este sitio,” dijo tímidamente. “¿No podríamos quedarnos un poco más?”

“Volveremos cuando esté de mejor humor,” dijo Cardo, y se lo llevó del brazo murmurando, “Esto lo tengo que digerir primero.”

Y unos días después, tuvimos una segunda visita.

Se trataba de Betabel que, al contrario que la Novia Diabólica, no tenía miedo de aventurarse en el spa.

“Yo no he envenenado a tu marido,” le dijo Beaurenard nada más verla.

“Lo sé. Y sé que tampoco lo hizo tu hermano. No me importa si esa liebre existe o no. Pero sé que tú puedes influir en el puca. Nunca me lo han presentado. Y tengo miedo de abordarle por mi cuenta. ¿Hablarías con él intercediendo por mí? ¿Le pedirías que me devuelva a Alpin? Ha pasado más de un mes desde que ha desaparecido.”

“¿En serio lo quieres devuelta?” dijo Beau. “Si estás mejor sin él. Deberías haberte dado cuenta de eso ya, bonita.”

Antes de que le pudiese decir a Beau que no dijese esas cosas horribles a Betabel, ella dijo,”Tú no querías que mi marido te robase la novia. Yo eso lo entiendo. Y lo respeto. Pero no quiero que el puca me quite a mi marido. Tú deberías entenderlo.”

Eso le funcionó a Betabél. Bueno, más o menos. Beau dijo que hablaría con el puca, y Betabél quedó en volver al día siguiente para ver como había ido esa conversación.

“¿Cuándo vas a hablar con Garth?” le pregunté a Beau en cuanto se fue Betabel.

“No necesito hacerlo. Ya lo he hecho. Tengo su respuesta.”

“¿Pues para qué la haces volver mañana a esa pobre chica?”

“No lo sé,” dijo Beau. “En cuanto oigo nombrar a Alpin me vuelvo irracional. Sí tú quieres, puedo llevar la respuesta de Garth a Betabél ahora mismo.”

“Si crees que es lo mejor,” dije yo.

Y Beau desapareció.

Cuando volvió, me dijo que había visto a Betabél y que ella había sido muy razonable.

“Le dije a Betabél que Garth había accedido a devolver a uno de los dos hijos de Aislene que tenía cautivos. Pero sólo a uno. Y como sería cruel por su parte hacer que Aislene escogiese entre sus dos hijos, él mismo elegiría por ella. Iba a devolver a Darcy, que prometió no hacer nada contra nadie por lo sucedido.”

Me sorprendió que Garth hubiese podido controlar a No no Darcy. Sólo puedo pensar que Darcy en realidad no quería ayudar a su hermano. Pero decidí no meterme en berenjenales. Después de todo, era por Betabél por quién me preocupaba.

“¿Betabél ha aceptado este arreglo?”

“¡Uy, sí! Bueno, no exactamente. Verás, yo la tuve que explicar que Garth había convertido a Alpin en una ostra. Una bastante grande. Hacen falta las dos manos para cargarla.”

“¿Y?”

“Cuando Betabél oyó esto, se quedó callada durante un par de segundos. Entonces preguntó humildemente si podía llevarse la ostra. Garth no tiene nada contra Betabél. Así que la llevé a verle. Y la ostra estaba en un acuario que tiene Garth.”

“¿El puca tiene un acuario?”

Eso no me lo esperaba.

Beau asintió con la cabeza.

“En su casa.”

“¿La casa en la que tiene el huerto maligno? ¿Pomsylvania?”

Beau volvió a asentir.

“Pero el acuario está dentro de la casa. Pensamos que Alpin estaría más seguro ahí que en el agua bajo el puente.”

“¿Qué tiene Garth en el acuario?”

“Sólo esa ostra. Se trata de una caja de cristal rectangular, llena de agua salada, que es la que les va mejor a las ostras. Ahora ha quedado vacía.”

“¿Vacía?”

“Betabél le pidió al puca que la dejase quedarse con la ostra como se quedó Aislene con la manzana en la que estuvo transformado Alpin.”

“¿Y?”

“Yo le convencí a Garth de que le diese la ostra a Betabél. Ella tuvo que prometer que no haría nada para volver a convertir a la ostra en el Alpin original. Sólo Garth podrá hacer eso, si es que eso se tercia. Verás, era la tercera vez que el puca había tenido que embrujar a Alpin. Ningún ofensor ha recibido tantas  oportunidades de Garth. Él echa a los que reinciden  a sus cerdos para que se los coman. Alpin, por supuesto, no es mortal. Pero no creo que le gustase que le masticasen y tragasen esos cerdos. Y podría convertirse en mortal. Podría ser expulsado del mundo de las hadas.”

“¿Y?”

“Betabél se fue portando a Alpin con sus dos manitas rojitas y callosas.”

“Eso.. eso  suena muy triste. ¿No te da pena?” exclamé yo.

“Estaba a punto de sentirla, sí,  pero me di cuenta de que ella estaba sonriendo,” dijo Beau.

Me costó un poco, pero conseguí que Beau me contase la verdad de cómo le había ido a Betabél y a la ostra.

“Sugerí a Betabél que hiciese uso de mi estancia con todos los gastos pagados en la Isla de Pascua. La convencí de que necesitaba unas vacaciones y de que tal vez a la ostra le gustase el agua de allí.”

“¿Pero no estaba tú hermano Radley disfrutando de eso?”

“No. Le tuvo que sacar de ahí. No me podía concentrar en tenerle ahí y  estar todo yo con toda tú aquí.”

Quise saber más. Quise saber cómo le iba a Betabél en la Isla de Pascua. Así que una semana después envié a Beau a ver cómo estaba.

Está bien, Arley. Le gustó mucho la isla, tanto que decidió mudarse ahí.  Beau la ayudó a transportar a la zona mágica de esa isla el palacio monasterio ese que el Conde y Ludovica crearon para Alpin y ella lo ha convertido en un hotel. Y Beau dice que va a ser todo un éxito porque se corrió la voz y en cuestión de una hora, tenía reservadas todas las habitaciones. Y ni siquiera había dado tiempo a inaugurar el lugar.

 ¿Y sabes qué más? No sé si creerme esto de Betabél, pero Beau dice que mete piedrecitas y astillas en la ostra, para que irriten a la ostra y se ponga a convertirlas en perlas grandotas para que no la molesten. Y que Betabel se está haciendo un collar espectacular con estas  perlas mágicas. Y que dice que cuando lo acabé, venderá perlas en el salón social del hotel. Y Beau se ha asustado y dice que espera que yo nunca le haga nada así a él. Así que le he advertido que será mejor que se comporte.

Se lo dije de broma, pero parece que se lo ha tomado en serio. Anda preocupado.

Brezo te manda su cariño, y la tarta de queso que te prometió en la cuarta carta, toda cubierta la tarta de mermelada de pétalos de rosas silvestres. Cardo también te manda su cariño y Mauelito y Purpurina recuerdos.

Brezo.

P.D. Adjunto la receta de mermelada de pétalos de rosas silvestres.

Mermelada de Pétalos de Rosas Silvestres

Necesitarás unas dos onzas, que son unas dos tazas, de pétalos de rosas silvestres comestibles por limpias. Todas tienen forma de corazón. Coséchalas con cuidado para que no se rompan y asegúrate de que no tienen pesticidas ni bichos.

Prepara también una taza y media de agua mineral.

También dos tazas de azúcar de caña preferiblemente orgánico.

Y tres cucharadas de zumo de limón fresco.

Una cucharadita de pectina, quizás un poco más si quieres más espesor.

En una cazuela mediana, hierve a fuego lento los pétalos de rosa durante unos diez minutos. Los pétalos pueden perder su color, pero no te preocupes. Lo recuperaran.

Añade parte del azúcar y el zumo de limón. Mezcla todo con cuidado. El limón devolverá a los pétalos su color.

Mezcla la pectina con lo que quede del azúcar y añade esta mezcla a la cazuela, revolviéndolo todo con cuidado. Cuanta más pectina, más espesor tendrá la mezcla.

Hervir esto a fuego lento durante veinte minutos. No lo hiervas más de la cuenta. Los pétalos tienen que estar blandos y no deben flotar en líquido.

Llenar boles o botes pequeños con la mermelada y refrigerar.

Cuando se haya enfriado la mermelada, estará algo más dura. Puedes echarla sobre yogurt, helado, o tartas. Colócala con cuidado sobre tartas de queso, a pequeñas cucharadas, para que no forme hoyos en la parte superior de estas tartas.  Puedes añadir bayas y pétalos de rosas frescos  para decorar.

domingo, 31 de marzo de 2024

281. La Cuarta Carta Lunar

281. La cuarta carta lunar de Brezo para su hermano Arley, escrita durante la agridulce luna lila y que trata de celos y sutil venganza.

Hola, queridísimo hermano,

Parece que estoy sola otra vez. Y estoy a punto de pasar por el manicomio para visitar al pobre Beaurenard.

Me di cuenta de que faltaba durante la cena anoche. Los hombre de palo aparecieron con sus largas napias y su vajilla fina y comida cara, pero ahí no había quién se comiese las uvas verdes.

Pregunté a los autómatas donde estaba Beaurenard. Se juntaron todos y se pusieron a mirarse los unos a los otros, y luego me miraron a mí. Pero no estaban programados para contestar a eso. Así que cene sola. Muy poquito, porque estaba demasiado preocupada para pensar en comida.

Y esta mañana, temprano y en punto Mauelito vino a mi casa para reclamar su prometida tarta de cumpleaños mensual. Yo le había preparado una tarta de chocolate de siete piezas con relleno y cobertura de cacao, y la había decorado con fragante azúcar de lilas.

Las lilas son todas comestibles en principio, porque pertenecen a la familia de los olivos. Lo difícil cuando se utilizan en la cocina es capturar su delicado aroma antes de que se fugue.

Pero sigo. Mauelito vino con Purpurina, la primera gata de la Abuela Divina. Ya sabes como esta preciosa gatita arco-iris siempre deja polvo de hadas brillante por donde pasa, pero que no trae problemas porque el polvo se desvanece a los dos minutos. Purpurina le dio con su naricita a Mauelito y le susurró “¡Díselo!” muy quedamente. Pero él se hacía el difícil. Cuando Purpurina le importunó más de una vez, siempre evitando que Cardo y Quintín la escuchasen, yo conseguí llevármela a un rincón y allí la pregunté de qué iba tanto misterio.

“¡Dímelo tú misma!” la animé.

“¿No has echado en falta al bonito zorrito rojo?” me preguntó.

 “Leonado, el del clan de los zorros.”

“¡Pues sí! ¿Dónde está?”

Haciendo como que no quería hablar, maulló todavía más bajito.

“Le han pasado por la puerta de los tontos.”

“¿La qué?”

“Metido en la casa de los insectos.”

Viendo en mi cara que yo no comprendía nada, Purpurina añadió, “Está en Bedlam. En Mayhem. En el pozo de las serpientes. La academia de la risa. Si no sales riéndote, no te dejan salir.”

Cuando escuché la palabra risa, recordé que era el uno de abril, día de los tontos.

“¿Ha tenido algo que ver con una broma pesada?”

“No. Esto es algo serio.”

“Bah!” dijo Mauelito, que estaba fingiendo no escucharnos pero si lo estaba.

“Su hermano Radley ha envenenado a Alpin.”

Y yo entendía todavía menos.

“¿Por qué? ¿Por qué iba a hacer eso?”

“Por atreverse a pedirte la receta de la glasa de cacao.”

Incapaz de comprender lo que me decía Purpurina, decidí llegar al fondo del asunto hablando con el mismísimo Beaurenard.

“¿Dónde está el manicomio?” pregunté.

Bien, pues hay gente loca por toda hadalandia. En realidad, llamar a la gente de aquí excéntrica es quedarse corto. No conozco a nadie que no sea por lo menos peculiar. Pero todos andamos sueltos.

“No hay manicomios en Isla Manzana,” dijo Cardo, que se había acercado a nosotros frunciendo el ceño. “¿Qué estáis murmurando?”

“Conozco a una persona que parece estar metida en un lío. Pero no te preocupes por esto, Cardito. No creo que sea más que una tontería.”

“Repito. No hay manicomios en Isla Manzana. Ni siquiera en hadalandia. Así que tu amigo tiene que estar en el mundo mortal si es que está en una loquería. ¿De quién se trata?”

“Está en el Spa de Luz,” gruñó Mauelito. Hizo una mueca para mostrar que no entendía como la gente podía equivocarse tanto con la información.

Y el Spa de Luz es un lugar hermosísimo, donde sí que es cierto que cierta gente que llega a la isla cansada o traumatizada por los aplastantes mundos exteriores se queda un tiempo para recuperar la paz interior antes de integrarse en la isla. Pero es, como todo lo que hay en esta isla, un lugar de recreo y placer.

“¿Quieres decir que está reposando en el spa local?”

“¿Quién está reposando dónde?” murmuró Cardo, enfadada. “¿Qué me he perdido? ¿Me vais a decir que me ocultáis?”

“Por favor decídselo,” intervino Quintín, colando su cabeza y su voz en nuestro círculo.

Y yo entendí que tenía dos problemas. Uno era encontrar a Beau. El otro, que no se enterase Cardo de que él existía.

“Esta persona que conozco tiene un hermano que ha tenido un problema con Alpin por culpa de nuestra glasa de cacao y ha debido de haber algún altercado subsiguiente. Esto ha tenido que afectar a la persona que conozco tanto que ha tenido que refugiarse en el spa. No es cosa de importancia. Tú y Quintín ibais a descender no sé qué río en una barca neumática. Pues id vosotros. Yo me quedó para ocuparme de este asuntillo. Sólo será una visita de cortesía.”

“¿Pero a quién?” preguntó Cardo.

“Se trata de un hada liebre que es amigo de la infancia de Arley. Vosotros a lo vuestro, tal y como lo teníais planeado. Ve, Cardito.”

Afortunadamente Quintín pudo convencer a Cardo de que debían irse. Y se fueron, aunque ella no muy conforme. Y ahora yo me iré también. Al spa, porque necesito saber cómo está Beau. Seguiré escribiéndote cuando regrese.

Regresé. Así que hola otra vez. He encontrado a Beau. Resulta que nunca se ha ido de mi lado, a pesar de que también ha estado todo este tiempo en el Spa de Luz. Te lo explicaré.

El camino al Spa de Luz es uno de los caminos más bonitos que hay en Isla Manzana. Aunque larguiducho y densamente neblinoso, flanqueado por los dos lados por pinos que murmuran y frondosos árboles tsuga y arbustos de cicuta, ya sea día o noche siempre hay una luz flotante y temblorosa que gira alrededor de la cabeza del caminante y luego se sitúa justo en el lugar donde ha de pisar para empezar a caminar. Y conforme avanza el caminante, la luz también, de modo que nunca la pisas, pero siempre te dice donde pisar. Ignorando el inquietante murmullo de los pinos para que no me distrajesen, di un paso adelante y pisé en el lugar señalado. La luz ya me indicaba el siguiente paso a dar. Y de este modo, persiguiendo la luz que esperaba y guiaba mi pie por fin llegue al radiante spa. Sus puertas perladas estaban, como me han dicho que siempre están, abiertas de par en par para entrar y salir. Sus ventanas y demás puertas también lo están, y la luz, una luz que no daña la vista, caía de ellas en cascadas, como agua cristalina. Y el mismo segundo que atravesé la puerta y pisé el jardín, Beaurenard apareció susurrando, “¡Calla, calla, y alejémonos de los pinos!” 

Y me llevó hasta un lugar protegido, una especie de templete formado por altos rosales entrelazados, todos en flor. Y bajo ellos me dijo. “Nunca me he apartado de tu lado. Pero no me podía dejar ver.”

“¿Por qué? ¿Qué ha pasado?” le pregunté.     

“La ex esposa demoniaca ha pasado. Novia,  sí, eso es, la novia diabólica del demonio esa. Ella cree que he envenenado a su hijo porque estoy loco y le ha pedido a tu abuelo que me encierre en un manicomio. Y tú abuelo no dudó en gritarme, `¡Por fin! ¡Alguien que sabe a quién envenenar! ¡Esto no es sólo un envenenamiento aleatorio! ¡Bien hecho, hijo! No sé porque, pero siempre hay envenenamientos aquí en primavera. Y no es porque el amor sea un veneno de un poder fatal. Pero ya era hora de que alguien acertase al elegir a la victima de sus viles pócimas. ¡Qué feliz me has hecho!  ¿Qué puedo hacer yo por ti? ¡Quiero hacerte feliz también!’  Y le dijo a la señora esa que lo que iba hacer era pagarme unas lujosas vacaciones en la Isla de Pascua porque darme una medalla le parecía poco. Pero él me pidió que no llamase la atención durante un tiempo. Menos de lo habitual, porque yo siempre procuro pasar desapercibido.”

“¿Y tú no les dijiste que fue tu hermano el envenenador? Para protegerle, claro.”

“Hay algo que tal vez debas saber sobre mi hermano,” dijo Beau. Parecía un poco preocupado. “No te enfades conmigo, Brezo. Las sorpresas son una constante en mi vida. Y esto es un don que me otorgó tu abuelo, que es mi padrino. Y yo sólo uso mis dones para bien. Por favor recuerda eso.”

“¿Un don?”

“¿Cómo te lo explicó? Mi hermano Radley es en realidad mi hermano invisible.”

“Pues no lo será tanto porque yo le he visto, y otros también.”

“¿Tú sabes cómo hay niños que tienen amigos invisibles?”

“Eso es porque realmente los tienen. Gente de la nuestra. Los mortales dicen que es porque no tienen con quién jugar y se inventan un amigo. Puede ser a veces.”

“Así es como nació Radley. Yo era pequeño y estaba acechando en un prado cuando vi a tu hermano correteando con tres liebres. Las tres que ahora aparecen bordadas en su bandera y pintadas en su escudo. Jugaban al pilla pilla. Parecía divertido. Yo quería participar, pero nada más verme, seguro que las liebres saldrían corriendo, Así que me convertí en una liebre para poder aproximarme a ellos sin asustar. Y así llegó a existir el hermano Radley, hada liebre.”

“Eres un metamorfoseador, un cambiaformas. No hay nada raro en ello. Yo misma me he convertido en un cisne o un gorrión en ocasiones. Pero erais dos, y no uno, cuando yo conocí a Radley. Tú estabas presente.”

“Cierto. Soy algo más que un cambiaformas. Tu abuelo me dio el don de la ubiquidad. Sí, en mi fiesta del nombre. Puedo estar en varios lugares al mismo tiempo. Ah, fue una gran fiesta, la del día de mi nombre. Con grandes regalos. Por eso puedo presumir de tener muchos dones. Tus abuelos son mis padrinos y fueron muy generosos.”

“Bueno…pues eso es…asombroso. Supongo. ¿Pero por qué se le ocurrió a Radley envenenar a Alpin?”

“No lo hizo. Y yo tampoco. Sólo animó a Alpin a comer…algo que no tenía que haberse comido. En realidad, no hicimos ni eso. Me estoy culpando de algo que no he hecho porque soy demasiado escrupuloso. O no parecería que he hecho algo malo. ¿Tú sabes que Alpin una vez comió bayas vetadas y se convirtió en un amable joven devora basuras? ¿Y que luego volvió a comer fruta protegida y quedó transformado en una extraña manzana cíclope? ¿Y que todo esto sucedió porque ofendió al quisquilloso puca Garth?”

Yo asentí con la cabeza.

“Bueno, pues Alpin estaba paseando por el Bosque Triturado y probablemente buscando bronca porque estaba a punto de cruzar el puente del puca, en lugar de evitarlo desviándose, cuando me vio a mí, es decir a mi hermano Radley, sentado bajo un árbol con la mirada fija en algo. `¿Tú qué miras?’ preguntó el No Cambiado  a Hermano Liebre. `No, nada,’ respondió mi hermano rápidamente. Y Alpin miró hacia donde había estado mirando Radley, que era debajo del puente, y vio que allí había una gran cesta llena de monas de pascua. 


El puca iba a esconder los huevos y demás monas de chocolate alrededor de la casita de muñecas de los Atsabesitos, para deleite de estos críos. Verás, desde que  tu tío Gentillluvia descubrió Pomsylvania, algunos de nosotros le hemos estado sugiriendo a Garth que de  vez en cuando haga algo amable para tener mejor prensa, y el puca estaba probando para ver que tal. Bien, pues sabemos que a Alpin le priva el chocolate, ¿no? O su novia no te hubiese pedido esa receta de cobertura de cacao.”

“¡Ay, Beaurenard!” suspiré. “¿Cómo has podido?”

“¿Lo ves? Tú también me estas culpando de algo que no es mi culpa. Pero prosigo con mi historia. `¡Atrás! ¡Quítate de en medio, liebre ladrona! Voy a confiscar ese cesto antes de que te decidas a afanarlo, chorizo postergador e indeciso!’ chilló Alpin. Yo, es decir, mi hermano, le aconsejó que no tocase el cesto, y hasta forcejeó con Alpin por el mismo, quizás no tan violentamente como debería de haberlo hecho, pero a la postre acabó con el cesto en su poder. Es que yo no soy violento por naturaleza, ni tampoco por elección. Sólo por necesidad. Bueno, pues yo me hice con el cesto. Pero desafortunadamente Alpin se había tragado todo el contenido de este, salvo una mona con forma de poni, que se le escapó y estaba solita en el fondo. Alpin se había tragado hasta el papel de colores que cubría algunas de las monas. Tan rápido fue engullendo todo aquello.”

“¡Ay, Beau! ¿Qué pasó después?”

“No te lo puedo decir. Ni a ti ni a nadie. Sería delatar al puca. Y tener líos con ese no quiero. Pero antes de que le sucediese algo a Alpin, intercambiamos unas palabras poco amistosas. Yo le dije, “¡Qué vergüenza! Un hombre casado robando dulces a bebés!´`¡Liebre macilenta y mugrosa, tú ibas a hacer lo mismo!´respondió Alpin. `¡De eso nada! ¿Cómo sabes que no estaba vigilando para que nadie se llevase los dulces?’ `Pues no  los supiste defender. Te diría lo que pienso de ti, cacho inútil, pero no tengo tiempo.’

Él sabía muy bien que tenía que largarse antes de que se enterase de lo ocurrido el puca. Así que el que nada ha visto puede pensar que huyó y se esconde. Y por eso anda desaparecido.”

“¡Ay, Beau!” volví a decir yo.

“Al poco rato, su esposa vino buscándole. Nada le dije, porque me había hecho invisible. Y al cesto también. Luego llegó su madre, pues Betabél se había puesto nerviosa y había pedido ayuda. Gritaron y gritaron el nombre del sinvergüenza ese. ¡Madre mía, como puede gritar la novia diabólica! Pero Alpin no apareció. Recurrieron a su hermano, el Hombre Negro, que apareció moviéndose sigilosamente, muy despacio, pues ese es su estilo, y yo hice visible el cesto. ¿Y sabes qué? Al No no ese le debe molar también el chocolate, porque se comió al poni. Le quitó la envoltura de colores primaverales y se lo comió muy despacito, saboreándolo y estudiando la zona pensativamente. Ya sabes que le encantan los caballos, así que supongo que no se pudo resistir al ver un poni.”

 “Podría ser. ¿Y entonces?”

“Miró a su alrededor, en plan vista panorámica. Pero antes de que pudiese preguntar quién andaba por ahí, pregunta a la que hubiese tenido que contestar porque a ese no se le puede decir que no, No no Darcy desapareció.”

 “¿Se evaporó en el aire también?”

“Eso es todo lo que puedo decir,” remató Beau, sacudiendo la cabeza y mordiéndose los labios.

Supongo que tú, Arley, que estás donde estás, sabrás lo que realmente ocurrió junto al puente. Lo poco más que sé es que alguien informó a la Señora Dulajan que habían visto a Alpin forcejeando con un hada liebre por un cesto. La señora pudo identificar a Radley y eso es cuando fue a quejarse de él al abuelo. 

Como bien sabes, al abuelo no le gusta nada que le molesten, así que despachó a la Señora Dulajan bien rápido, diciendo que Radley era un ser imaginario, e inimputable por inexistente. La señora entonces le pidió al abuelo que encerrase a Beaurenard en un manicomio, porque sólo los locos tienen amigos invisibles y que le retuviesen ahí hasta que los psiquiatras le hiciesen hablar y confesase lo que había hecho con Alpin. Es cuando el abuelo la dijo eso de que lo que iba hacer era regalarle a Beau unas vacaciones con todos los gastos pagados, porque le parecía poco darle una medalla. El abuelo odia tener problemas, pero sobre todo en Pascua Florida. Se acuerda de los años de Botolfo, tiene todo eso demasiado reciente, y eso le sienta a cuerno. Por eso vio el envenenamiento de Alpin - bueno, su desaparición, porque no consta que le hayan envenenado - como un motivo más de alegría primaveral. 

La Señora Dulajan estaba tan enfadada que no pudo encandilar al abuelo, porque más que la novia ideal parecía una harpía que son estas muy guapas de cara pero dan miedo cuando ladran como perros furiosos.

Conforme se iba la Señora, roja de rabia y escupiendo sapos y culebras, el Abuelo la dijo, “Si encuentras a Alpin, dile que me haga el favor de no volver hasta después de las vacaciones de Pascua Florida.” 

La Señora Dulajan estaba y está indignada con la falta de sensibilidad del abuelo. Y eso que todavía no sabe que su otro hijo también ha desaparecido. Cree que Darcy se ha escondido para no tener que escuchar sus constantes y estridentes quejas sobre la desaparición de Alpin.

Yo le pregunté a Beau porque no se había ido a la Isla de Pascua, con todo eso de tener vacaciones de lujo ya pagadas. Me dijo que Radley era el que estaba ahí, disfrutando de eso, y que si al hermano liebre le gustaba aquello y nos lo recomendaba, se las arreglaría para que nosotros dos pudiésemos ir también cuando no hubiese amenazas en la costa.

En ese momento apareció por el spa nada menos que el puca Garth. Traía cara de pocos amigos y yo pensé que venía a cantarle las cuarenta a Beau, pero no. Resulta que Beau le había pedido que pasase por ahí a verle.

Beau le entregó al Púca un cesto lleno de monas de pascua y le dijo que eran para sustituir las que se fagocitó Alpin. No quería que los Atsabesitos se quedasen sin sus dulces. Así que mejor tarde que nunca. El puca dijo que ya había escondido él nuevas monas, pero Beau insistió en que se llevase también este cesto.

“¿Es que te parece poco lo que les he dado, Leonado?” preguntó el puca.

“Por supuesto que no. Con eso seguro que tendrán chocolate para toda la primavera. ¿Pero qué hago yo ahora con esto? Por favor, llévaselo también, Garth. Que mi…mi amiga Brezo va a ser madrina de alguno de esos niños y no quiero que se disguste conmigo por haberles privado de chocolate.”

"¡Qué te digo que no lo has hecho! Ya les he dado yo más!"  

El puca se estaba enfadando, y yo no quería eso, así que cambié un poco el tema de la conversación.

“Arley y yo, sí, vamos a ser padrinos de uno de los gatitos, sí,” dije yo.

“Si es que algún día los pobres tienen una fiesta del nombre,” gruñó Garth. "Por culpa de su asquerosa abuela y la panda de gentuza sobre la que reina."

“En cuanto pase esta tormenta, veremos lo que podemos hacer para que no haya otra que fastidie esa fiesta,” dijo Beau.

"Sí, vas a ocuparte tú de la graciosa esa. Ten cuidado, que de eso sí que puedes salir pelado."

Mientras tanto…el Spa de Luz es un lugar realmente maravilloso, incluso para Isla Manzana, donde todo es tan ideal. No me sorprende que les cueste abandonarlo a las visitas. Tanto así que le prometí a Beau que yo vendría a cenar ahí con él todas las noches, ya que no era prudente que él se dejase ver por mi casa. 

"Todo el que viene aquí debe llevar flores en el pelo," me dijo. Había estado tejiendo con sus manos una corona de rosas mientras hablaba conmigo y con Garth. Y me la puso en la cabeza...

Arley, querido, esto es importante. Si puedes, déjame saber si debo preocuparme por Alpin y por Darcy o no. Lo estoy. Y estoy segura de que tú sabes que le ha pasado. Beau dice que no me debo inquietar, pero estoy preocupada, y me gustaría poder dejar de estarlo. Pero si debo estarlo, lo estaré.

 Adjunto a esta carta una receta para Azúcar de Lilas. Por favor dásela a la Tía Dacia. Haré una tarta de queso para el próximo cumple mensual de Mauelito y de paso una segunda tarta y te la mandaré para que la compartas con tu equipo. Sé que te encanta la tarta de queso.

Receta de Azúcar de Lilas

Lávate las manos.

Prepara una taza de azúcar blanco, granulado.

Prepara un tarro de conservas pequeño.

Recoge suficientes flores de lila para llenar un tercio de taza, asegurándote de sólo utilizar las flores, habiendo eliminado todo lo verde, tallos y hojas y de haber separado las flores del racimo. Ten cuidado y no rompas las flores al hacer esto.

Vuelve a lavarte las manos, que las tendrás pegajosas,  pero ni se te ocurra lavar las flores. No las mojes para nada. Perderían su fragancia.

Ahora coloca unas pocas cucharadas de la taza de azúcar en el tarro de conservas.

Encima de ese azúcar, mete unas cuantas flores.

Vuelve a poner azúcar, encima de esas flores. Has de formar capas de azúcar y flores, pero recuerda que la última capa, la de arriba del todo, ha de ser de azúcar y que tienes que dejar como una pulgada de espacio libre antes de cerrar bien el tarro.

Una vez cerrado el tarro, sacude el contenido bien. Esto lo tendrás que hacer una vez al día durante siete días. Es para evitar grumos.

Sí todo va como debe ir, cuando hayan transcurrido los siete días las flores deberían estar caramelizadas y la fragancia de las lilas debería estar presente en tu tarro.

Ya puedes sacar las flores del tarro y utilizar las para decorar galletas y tartas, o puedes dejarlas en el azúcar y añadir cucharadas al té y a otras bebidas.


martes, 19 de marzo de 2024

280. La tercera carta lunar

 280. La tercera carta lunar de Brezo a su hermano Arley, escrita durante la luna de joven verde doncel, y en la que una manera nueva de cenar, aunque al estilo del antiguo régimen, es descrita, siendo la última de estas cenas interrumpida por dos visitas.

Querido hermano,

No mucho  ha sucedido aquí. Ni siquiera ha empezado a deshelar. 

Todavía sigo acompañada. Y ahora ceno con candelabros. Verás, cuando le dije al hada zorril que podía quedarse, no le dejé sólo pulular por aquí. También le di de comer. Un poco de cena la primera noche, un bocadito a medianoche, y por la mañana el desayuno y cuando le preparé la merienda él me dijo que se encargaría de la cena. 

Así que cuando el reloj dio las ocho, cuatro autómatas, hombres de palo, vestidos con librea granate y oro, aparecieron en mi delicado comedor y dos de ellos se ocuparon de poner la mesa con un mantel del más fino encaje, tan fino como el que Beaurenard lleva al cuello. 

Cogieron los automatas de una cesta mía unas violetas que yo había recogido en los jardines de Mamá, que van adelantados, y las colocaron en un violetero de plata y ónix verde que habían traído con ellos. También habían traído vajilla y cubertería de plata reluciente y dos candelabros de cuatro velas cada uno. 

Uno de los hombres de palo sacó de un gran cesto una glorificada sopa de calabaza y luego una gran bandeja de falso marisco surtido y un enorme pavo relleno de nueces y frutas. El hada zorro comió un poco de todo esto, como si nada le importara. He de decir que nunca he visto a nadie manipular y pelar el marisco con tanta pulcritud y eficacia como lo hace Beaurenard. El mío me lo preparó uno de los sirvientes de madera, pues tanto Beau como yo teníamos uno al lado, pendientes en todo momento  de servirnos. 

Mientras el tercer autómata vigilaba, esperando el momento de servir el postre, el cuarto tocaba el violín. Francamente, me pone algo nerviosa comer con un espectáculo, aunque sea de suave música. Esto me ocurría también en las cenas formales celebradas en el palacio de nuestros padres. Pero así ceno últimamente porque Beau siempre se encarga de la cena. Y me visto para cenar, porque quedaría mal si no lo hiciese. Y hasta estoy pensando en redecorar el comedor porque mi humilde juego de mesa y sillas estilo boho no parece casar con tanta magnificencia.

Aunque los autómatas sirven por lo menos tres postres, el hada zorril siempre toma uvas verdes. Yo probé una y no entiendo como él puede comerlas. No están maduras. Tuve que preguntarle por qué las come.

“¿No te sientan mal? Están demasiado verdes para comer. ¿Es que necesitas demostrar que puedes?”

El hada zorro se río.

“No soy de los que necesitan demostrar cosas. Sé aceptar la derrota,” dijo. “Sólo quiero recordar que la victoria también puede ser agría… y amarga.”

La más reciente de nuestras cenas se vio interrumpidas por dos visitas inesperadas.

¡Adivina cual fue la primera! Nada menos que Betabél, que vino para pedirme la receta de una crema para rellenar y cubrir tartas de chocolate. Quería una concreta, que iba con una tarta de chocolate que preparé y Alpin devoró en una ocasión que parece ser que este caprichoso recuerda. Betabél no quiso sentarse a cenar con nosotros, se fue como vino, y tan rápidamente como pudo, murmurando gracias y sin permitir a Beaurenard o a los autómatas que la acompañasen a casa. 

La otra visita fue de Radley, el hermano Flynn que se supone que tú conoces. Este si se sentó y cenó con nosotros, pero sólo quiso postre, tarta de zanahoria, que no había pero hubo, porque los autómatas la produjeron de ese pozo de la nada mágica que hay dentro del cesto ese en el que traen la comida. Para mi sorpresa, Radley es un hada liebre.  Supongo que si los Flynn, que se supone que son todos hadas zorriles, pueden tener un hermano liebre y convivir pacíficamente, pues eso sí es una buena referencia, tal y como Leonado pensó que lo sería. Pero entonces, como si supiese lo que yo estaba pensando, Beau dijo que el hermano Radley era el más astuto de toda la familia.

Bueno, eso todavía queda por demostrar.

 Adiós por ahora, querido Arley, dice Brezo.

P.S. Adjunto la receta para la crema de cacao, que así se llama la cobertura y relleno para tartas de chocolate que buscaba Betabél. Camelia me la pidió una vez también. Por favor asegúrate de que la reciba Cami.

Crema de cacao

Dos tazas y media de azúcar glas.

Media taza de cacao en polvo.

Media taza de mantequilla blanda.

Tres o cuatro cucharadas de leche, dependiendo de como vaya la cosa al mezclarlo todo.

Tamizar  primero el azúcar, y luego volver a tamizarlo con el cacao en polvo. Añadir la mantequilla y la leche y batir hasta que esté todo bien mezclado.

Disfrutar con tarta de chocolate o simplemente a cucharadas pecaminosas.