Hablan los hojitas: "Hemos vuelto al Pozo Predícelo y hemos podido leer la sexta carta lunar que Brezo va a escribirle a su hermano Arley este Junio."
283. La Sexta Carta Lunar escrita por Brezo a su hermano Arley durante la luna de la cálida lavanda, carta en la que se ve que hay quienes se preocupan por la suerte de la ostra.
Mi
querido hermano,
No
tengo mucho que contar este mes. Desde que quedó claro que ni Radley ni
Beaurenard habían envenenado a Alpin, y como Darcy le pidió a su madre que
asumiese esto y no tomase medida alguna contra el hada zorro, pues ya no
teníamos motivos para permanecer refugiados más tiempo en el spa. Volvimos a
casa y estamos viviendo como lo hacíamos antes de este follón.
Beau
y yo, sin embargo, no podíamos evitar pensar que no todo había ido bien. Él
estaba tan obsesionado con las piedrecitas y las astillas que molestaban a la
ostra que yo decidí tomar cartas en el asunto.
“No
entiendo por qué te sientes tú culpable de cosas que dices que no has hecho.
Qué seas responsable de que Alpin haya quedado convertido en ostra puede que
sea discutible para él que anda buscando el lejanísimo origen de esa desgracia,
pero tú no has incitado a Betabél a maltratar a la ostra. Así que no eres
culpable de eso.”
“No
me siento culpable de que Alpin sea ahora una ostra. Pero no puedo evitar
pensar que esto me pasa por ir por ahí tentando a la gente. Yo tenía que
protegerte, y lo hice lo mejor que pude. Para eso me mandaron aquí. Pero es que
no le he dicho a Betabel que las perlas, por bonitas que sean, son el resultado
del sufrimiento de la ostra. Y lo que está haciendo me parece pasarse.”
“Y
no se lo dijiste porque sabías que ella ya lo sabía. ¿A qué sí?”
“No
tuve el valor de decirla que me parecía que se estaba pasando, porque me
parecía que estaba disfrutando con ello y porque sinceramente no creo que esté
muy bien de la cabeza.”
“No
sabemos por lo que ha podido pasar. Pero si sabemos que primero se burlaron de
ella unos sinvergüenzas que se hicieron pasar por alienígenas y que luego su
familia se hartó de ella por traerles problemas y acabaron repudiándola del
todo cuando decidió casarse con Alpin. Y eso de estar casada con Alpin no debió
ser fácil. Yo nunca había pensado que se puede provocar a las ostras para que
creen perlas. Nadie hace eso aquí. Las pocas perlas que hay aquí son el
resultado de accidentes. Algo natural, nunca provocado. No me extraña que no le
dijeses nada a Betabél. No es fácil decir algo así a alguien con problemas.
Pero a tiempo estamos.”
Reservamos
una habitación en el hotel de Betabel y nos fuimos a la Isla de Pascua. Una
gran habitación era esa, con unas vistas de fábula del amanecer y del atardecer
y he de decir que disfrutamos de nuestra estancia. Pero en cuanto lo consideré
prudente yo hablé con Betabel. Su collar ya estaba hecho y era sin duda el mejor collar de perlas de agua
salada de todo el mundo feérico con hileras e hileras de perlas robustas y
brillosas, pues una ostra mágica es un tesoro nada común, y puede crear unas
treinta perlas al día. Felicité a Betabél por el collar aunque tenía mis
reservas sobre su origen y ella intentó
venderme unas cuantas perlas que la sobraban, pero yo la dije que ella no debía
vender perlas.
“Este
collar ahora mismo es una maravilla. Pero parte de su valor está en lo poco
común que es. No existen perlas tan hermosas como estas. En ninguno de los dos
mundos. Pero si te pones a crear más y encima las vendes, aunque bonitas, se
volverán corrientes y perderán valor.”
Y
eso bastó para que la ostra dejase de crear perlas. Pero no fue todo. Yo quería hacer una propuesta. La hice, y
Betabél la aceptó.
Así
que cuando Beau y yo regresamos a casa, fuimos a ver al puca. Anduvimos hasta
el puente bajo el que Garth acecha en el Bosque Triturado. Estaba aquello muy
bonito, cubierto de musgos verdes,
anapelo azul, lamio rosa, mantilla de dama con sus estrellitas amarillas y
delicadas violetas de agua entre otras plantas. Pero no había ni rastro del
puca. Un hojita me preguntó si buscaba a
Garth y me informó que estaba desayunando con Michael O’Toora en la casa árbol
que este tiene en el bosque. Y ahí fuimos. Yo estaba contenta, porque pensé que
Michael podría ayudarme a convencer al puca de que me diese lo que le iba a
pedir.
Y
así fue. Comencé por preguntarle a Michael si era o no cierto que Alpin había
sido un ser inocuo, útil y hasta amable
cuando el puca le había convertido en un hombre joven algo extraño. Y entonces
me atreví a preguntarle al puca si
estaría dispuesto a volver a convertir a Alpin en esa persona. Al principio el
puca se mostró reticente. Le cambió la cara al oír mi propuesta y me echó una
mirada que me hubiese asustado si Michael no hubiese intervenido y le hubiese
dicho que debía hacer lo que yo había sugerido aunque sólo fuese por caridad.
Los
hojitas que estaban presentes también tomaron partido y apoyaron mi sugerencia.
Dijeron los hojitas que el joven
devorabasuras nunca había causado daños en el bosque. Sólo en una ocasión había
comido algo que había crecido ahí. Sólo fue la mora mancillada que le había
tornado en una manzana cíclope. Y eso no contaba como ofensa porque sólo había sido un experimento. Sí era
cierto que él se había comido toda la basura que dejaban en el bosque mortales
irresponsables, pero eso era para el bien del lugar. Recordaron los hojitas a
Garth que sólo la madre de Alpin había protestado porque su hijo se hubiese
convertido en ese joven devorabasuras. Y ella ahora estaba distanciada de su
hijo, que se hallaba bajo la custodia casi exclusiva de su mujer.
Yo añadí
que cuando hablé con Betabél de esto, ella no se opuso al cambio a pesar de no
haber conocido al joven devorabasuras, ese decir, a Alpin, bajo esa forma. "Ya no necesito a la ostra," dijo, "pues si hace demasiadas perlas, bajará el valor de las mismas." Me repitió lo que yo había dicho como si la idea fuese suya, y sinceramente, yo me alegré de ello, por lo que había conseguido a favor de la ostra. Me
dijo que los huéspedes del hotel producían mucha basura y que disponer de
alguien que se deshiciese de ella la vendría bien siempre suponiendo que el devorabasuras
fuese dócil y no la despreciase, agobiase y chinchase como había hecho Alpin,
recordándola todo el rato que ella no era yo. Tenía muchos agravios, demasiados
para contar aquí. Tampoco estaría bien hacerlo.
Beau y yo nos fuimos de la casa árbol de Michael con la
promesa de Garth de transformar la ostra en el joven devorador de basura,
siempre que Betabel se comprometiese a mantenerle en la Isla de Pascua y
alejado del Bosque Triturado. Antes de que me fuese, Michael hizo un dibujo del
joven devorabasuras para que Betabel viese como iba a quedar la ostra. Todos
los presentes, que habían conocido a ese chico, dijeron que había salido
calcado. Llamé a Betabél con mi bola de
cristal y la enseñé la imagen. Yo estaba algo preocupada de que tal vez no la
gustase el aspecto del devorabasuras, pero cuando lo vio por la bola de cristal
parecía conforme y le dio a Garth luz verde para proceder con la
transformación.
“El
cambio ocurrirá el veintiuno de este mismo junio,” dijo Garth, “cuando la luna
gibosa creciente se ponga, unas pocas horas antes del amanecer. Dile a esa
chica que tenga a mano ropa de hombre seca, toallas y una mopa, pues su marido
emergerá del estanque de peces en el que ella guarda la ostra, vestido, pero
empapado.”
Y así
fue. Y que yo sepa, el hombre joven que ahora es Alpin parece haber aceptado a
su esposa y no se llevan mal. Pero la persona que está más contenta con este
arreglo es Beaurenard, que me agradeció muchísimo que hubiese puesto fin al
tormento de la ostra. Verás, es que él es muy defensor de los derechos de los
animales, pues a veces se convierte en algún animal u otro y sabe bien cómo se
sienten. Esta misma tarde él y yo vamos a visitar el Lago de los Cisnes que es
una de las maravillas de Isla Manzana y vamos a nadar juntos en él
transformados en cisnes nosotros mismos.
“Lo
que tenemos que aprender de esta historia,” le dije a Beau, “es que uno tiene
que tratar a su pareja bien siempre, tan bien como a cualquiera. La
familiaridad no debe crear desprecio. Que donde haya confianza no de asco. Y también hay que no ser demasiado
celoso, Beau.”
Y
ahora nos podemos concentrar en ver cómo podemos lograr que los Atsabesitos
tengan una fiesta del día del nombre. Igual no va a ser fácil.
P.D.
Este mes, Mauelito
ha disfrutado de una tarta del ángel recubierta con una glasa de naranja,
vainilla y semillas de amapolas. No es lo habitual en un gato, pero a este
minino le encantan los cítricos. Sólo se cuida de que el zumo no le salte a los
ojos. Adjunto la receta de la glasa.
Glasa de Naranja Vainilla y Semillas de
Amapola
Tres cucharadas de mantequilla sin sal
Una y tres cuartos de taza de azúcar glas
Tres cucharadas de zumo de naranja muy fresco
y recién hecho
La mitad de un grano de vainilla
Un pellizco de sal marina
La mitad de una cucharita de té de semillas
de amapola
Derrite la mantequilla en una olla pequeña,
bajo un fuego bajo.
Cuando se haya derretido la mantequilla,
añade a esta el azúcar, el zumo de naranja, la sal y la mitad de las semillas
procedentes del grano de vainilla, que habrás extraído del mismo cortando el
grano a lo largo y por la mitad.
Revuelve la mezcla hasta que quede muy igual
y suave.
Cuando esté lista, espárcela con cuidado por
encima de la tarta del ángel
Antes de que se seque y endurezca la glasa,
decórala espolvoreando semillas de amapola por la misma.
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