Para encontrar tu camino en este bosque:

Para llegar al Índice o tabla de contenidos, escribe Prefacio en el buscador que hay a la derecha. Si deseas leer algún capítulo, escribe el número de ese capítulo en el buscador. La obra se puede leer en inglés en el blog Tales of a Minced Forest (talesofamincedforest.blogspot.com)

lunes, 15 de abril de 2024

283. La Sexta Carta Lunar

Hablan los hojitas: "Hemos vuelto al Pozo Predícelo y hemos podido leer la sexta carta lunar que Brezo va a escribirle a su hermano Arley este Junio." 

283. La Sexta Carta Lunar escrita por Brezo a su hermano Arley durante la luna de la cálida lavanda, carta en la que se ve que hay quienes se preocupan por la suerte de la ostra.

Mi querido hermano,

No tengo mucho que contar este mes. Desde que quedó claro que ni Radley ni Beaurenard habían envenenado a Alpin, y como Darcy le pidió a su madre que asumiese esto y no tomase medida alguna contra el hada zorro, pues ya no teníamos motivos para permanecer refugiados más tiempo en el spa. Volvimos a casa y estamos viviendo como lo hacíamos antes de este follón.

Beau y yo, sin embargo, no podíamos evitar pensar que no todo había ido bien. Él estaba tan obsesionado con las piedrecitas y las astillas que molestaban a la ostra que yo decidí tomar cartas en el asunto.

“No entiendo por qué te sientes tú culpable de cosas que dices que no has hecho. Qué seas responsable de que Alpin haya quedado convertido en ostra puede que sea discutible para él que anda buscando el lejanísimo origen de esa desgracia, pero tú no has incitado a Betabél a maltratar a la ostra. Así que no eres culpable de eso.”

“No me siento culpable de que Alpin sea ahora una ostra. Pero no puedo evitar pensar que esto me pasa por ir por ahí tentando a la gente. Yo tenía que protegerte, y lo hice lo mejor que pude. Para eso me mandaron aquí. Pero es que no le he dicho a Betabel que las perlas, por bonitas que sean, son el resultado del sufrimiento de la ostra. Y lo que está haciendo me parece pasarse.”

“Y no se lo dijiste porque sabías que ella ya lo sabía. ¿A qué sí?”

“No tuve el valor de decirla que me parecía que se estaba pasando, porque me parecía que estaba disfrutando con ello y porque sinceramente no creo que esté muy bien de la cabeza.”

“No sabemos por lo que ha podido pasar. Pero si sabemos que primero se burlaron de ella unos sinvergüenzas que se hicieron pasar por alienígenas y que luego su familia se hartó de ella por traerles problemas y acabaron repudiándola del todo cuando decidió casarse con Alpin. Y eso de estar casada con Alpin no debió ser fácil. Yo nunca había pensado que se puede provocar a las ostras para que creen perlas. Nadie hace eso aquí. Las pocas perlas que hay aquí son el resultado de accidentes. Algo natural, nunca provocado. No me extraña que no le dijeses nada a Betabél. No es fácil decir algo así a alguien con problemas. Pero a tiempo estamos.”  

Reservamos una habitación en el hotel de Betabel y nos fuimos a la Isla de Pascua. Una gran habitación era esa, con unas vistas de fábula del amanecer y del atardecer y he de decir que disfrutamos de nuestra estancia. Pero en cuanto lo consideré prudente yo hablé con Betabel. Su collar ya estaba hecho y era  sin duda el mejor collar de perlas de agua salada de todo el mundo feérico con hileras e hileras de perlas robustas y brillosas, pues una ostra mágica es un tesoro nada común, y puede crear unas treinta perlas al día. Felicité a Betabél por el collar aunque tenía mis reservas sobre su origen  y ella intentó venderme unas cuantas perlas que la sobraban, pero yo la dije que ella no debía vender perlas.

“Este collar ahora mismo es una maravilla. Pero parte de su valor está en lo poco común que es. No existen perlas tan hermosas como estas. En ninguno de los dos mundos. Pero si te pones a crear más y encima las vendes, aunque bonitas, se volverán corrientes y perderán valor.”

Y eso bastó para que la ostra dejase de crear perlas. Pero no fue todo.  Yo quería hacer una propuesta. La hice, y Betabél la aceptó.

Así que cuando Beau y yo regresamos a casa, fuimos a ver al puca. Anduvimos hasta el puente bajo el que Garth acecha en el Bosque Triturado. Estaba aquello muy bonito, cubierto de  musgos verdes, anapelo azul, lamio rosa, mantilla de dama con sus estrellitas amarillas y delicadas violetas de agua entre otras plantas. Pero no había ni rastro del puca. Un hojita me preguntó si  buscaba a Garth y me informó que estaba desayunando con Michael O’Toora en la casa árbol que este tiene en el bosque. Y ahí fuimos. Yo estaba contenta, porque pensé que Michael podría ayudarme a convencer al puca de que me diese lo que le iba a pedir.

Y así fue. Comencé por preguntarle a Michael si era o no cierto que Alpin había sido un ser  inocuo, útil y hasta amable cuando el puca le había convertido en un hombre joven algo extraño. Y entonces me atreví  a preguntarle al puca si estaría dispuesto a volver a convertir a Alpin en esa persona. Al principio el puca se mostró reticente. Le cambió la cara al oír mi propuesta y me echó una mirada que me hubiese asustado si Michael no hubiese intervenido y le hubiese dicho que debía hacer lo que yo había sugerido aunque sólo fuese por caridad.

Los hojitas que estaban presentes también tomaron partido y apoyaron mi sugerencia. Dijeron  los hojitas que el joven devorabasuras nunca había causado daños en el bosque. Sólo en una ocasión había comido algo que había crecido ahí. Sólo fue la mora mancillada que le había tornado en una manzana cíclope. Y eso no contaba como ofensa  porque sólo había sido un experimento. Sí era cierto que él se había comido toda la basura que dejaban en el bosque mortales irresponsables, pero eso era para el bien del lugar. Recordaron los hojitas a Garth que sólo la madre de Alpin había protestado porque su hijo se hubiese convertido en ese joven devorabasuras. Y ella ahora estaba distanciada de su hijo, que se hallaba bajo la custodia casi exclusiva de su mujer.

Yo añadí que cuando hablé con Betabél de esto, ella no se opuso al cambio a pesar de no haber conocido al joven devorabasuras, ese decir, a Alpin, bajo esa forma. "Ya no necesito a la ostra," dijo, "pues si hace demasiadas perlas, bajará el valor de las mismas." Me repitió lo que yo había dicho como si la idea fuese suya, y sinceramente, yo me alegré de ello, por lo que había conseguido a favor de la ostra.  Me dijo que los huéspedes del hotel producían mucha basura y que disponer de alguien que se deshiciese de ella la vendría bien siempre suponiendo que el devorabasuras fuese dócil y no la despreciase, agobiase y chinchase como había hecho Alpin, recordándola todo el rato que ella no era yo. Tenía muchos agravios, demasiados para contar aquí. Tampoco estaría bien hacerlo.

 Beau y yo nos fuimos de la casa árbol de Michael con la promesa de Garth de transformar  la ostra en el joven devorador de basura, siempre que Betabel se comprometiese a mantenerle en la Isla de Pascua y alejado del Bosque Triturado. Antes de que me fuese, Michael hizo un dibujo del joven devorabasuras para que Betabel viese como iba a quedar la ostra. Todos los presentes, que habían conocido a ese chico, dijeron que había salido calcado. Llamé  a Betabél con mi bola de cristal y la enseñé la imagen. Yo estaba algo preocupada de que tal vez no la gustase el aspecto del devorabasuras, pero cuando lo vio por la bola de cristal parecía conforme y le dio a Garth luz verde para proceder con la transformación.

“El cambio ocurrirá el veintiuno de este mismo junio,” dijo Garth, “cuando la luna gibosa creciente se ponga, unas pocas horas antes del amanecer. Dile a esa chica que tenga a mano ropa de hombre seca, toallas y una mopa, pues su marido emergerá del estanque de peces en el que ella guarda la ostra, vestido, pero empapado.”

Y así fue. Y que yo sepa, el hombre joven que ahora es Alpin parece haber aceptado a su esposa y no se llevan mal. Pero la persona que está más contenta con este arreglo es Beaurenard, que me agradeció muchísimo que hubiese puesto fin al tormento de la ostra. Verás, es que él es muy defensor de los derechos de los animales, pues a veces se convierte en algún animal u otro y sabe bien cómo se sienten. Esta misma tarde él y yo vamos a visitar el Lago de los Cisnes que es una de las maravillas de Isla Manzana y vamos a nadar juntos en él transformados en cisnes nosotros mismos.

“Lo que tenemos que aprender de esta historia,” le dije a Beau, “es que uno tiene que tratar a su pareja bien siempre, tan bien como a cualquiera. La familiaridad no debe crear desprecio. Que donde haya confianza no de asco. Y también hay que no ser demasiado celoso, Beau.”

Y ahora nos podemos concentrar en ver cómo podemos lograr que los Atsabesitos tengan una fiesta del día del nombre. Igual no va a ser fácil.

P.D.

Este mes, Mauelito ha disfrutado de una tarta del ángel recubierta con una glasa de naranja, vainilla y semillas de amapolas. No es lo habitual en un gato, pero a este minino le encantan los cítricos. Sólo se cuida de que el zumo no le salte a los ojos. Adjunto la receta de la glasa.

Glasa de Naranja Vainilla y Semillas de Amapola

Tres cucharadas de mantequilla sin sal

Una y tres cuartos de taza de azúcar glas

Tres cucharadas de zumo de naranja muy fresco y recién hecho

La mitad de un grano de vainilla

Un pellizco de sal marina

La mitad de una cucharita de té de semillas de amapola

Derrite la mantequilla en una olla pequeña, bajo un fuego bajo.

Cuando se haya derretido la mantequilla, añade a esta el azúcar, el zumo de naranja, la sal y la mitad de las semillas procedentes del grano de vainilla, que habrás extraído del mismo cortando el grano a lo largo y por la mitad.

Revuelve la mezcla hasta que quede muy igual y suave.

Cuando esté lista, espárcela con cuidado por encima de la tarta del ángel

Antes de que se seque y endurezca la glasa, decórala espolvoreando semillas de amapola por la misma.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario