Hablan Los Leafies: "Nos hemos enganchado de tal manera a la historia de Brezo y Beaurenard que no hemos podido aguantar la espera y hemos acudido al Pozo Predícelo. Allí hemos podido leer con antelación la carta que Brezo le va a escribir a Arley en mayo. Publicamos está carta del futuro aquí ahora para que tú, querido lector, tampoco tengas que esperar. Ya explicaremos en otro momento que exactamente es el Pozo Predícelo."
282. La quinta carta lunar, escrita por Brezo a su hermano Arley durante la insinuante luna rosa, en la que se revela lo que les sucedió al No Cambiadito y a su irresistible hermano mayor.
Querido Arley,
Es
fácil olvidarse del tiempo aquí. Conforme van pasando los días se me hace más y
más difícil partir por las mañanas y sólo puedo pensar en regresar por la
noche. Y bostezo durante el día y por fin Cardo, a pesar de estar inmersa en
sus asuntos, se ha dado cuenta de que algo me sucede. Por eso encontró el
camino al spa un día, siguiéndome sigilosamente a ese lugar en compañía de
Quintín Andaraudo.
“¿Y
esto de que va?” le gritó a Beaurenard cuando vio que me había reunido con él.
“Es
exactamente lo que parece. O eso creo. ¿Es así Brezo?” dijo Beau, girándose
para ver que tenía que decir yo. “Lo que tú digas lo confirmó.”
“¿Estás
tan zumbado como dicen?” Brezo le volvió a gritar a Beau. “Porque si es así,
apartate de mi hermana. ¡Atrás!”
“No
he envenenado a nadie, si te refieres a eso. Pregúntaselo a AEterno. Tu abuelo
sabe que no he hecho nada de eso. Sólo finge que sí para hacer rabiar a la
Novia Diabólica. Sí que es cierto que no nos gusta Alpin. Ni a él ni a mí. No
nos gusta nada.”
“¿Entonces
por qué te escondes aquí?”
“Todo
el mundo persigue a Beaurenard,” intervine yo. “Ha venido aquí para hallar un
poco de paz, para huir de los que le persiguen.”
“La
única gente que yo he visto perseguir a este son mujeres en fiestas,” dijo
Brezo. “Así que no vaya de víctima. Brezo, se sabe que él ha estado en catorce sitios al mismo tiempo.
¿Y si está con catorce chicas distintas ahora mismo?”
“¡Nooooo!”
protestó inmediatamente Beau. “¡Menuda idea! Yo no soy así. Tú misma has dicho que me has
visto huir de ellas. Si huyó, no estoy con ellas. ¿No? ¡Claro que no!”
“Tal vez huir te vuelva más emocionante de cazar,” le dijo Cardo a Beau, encogiendo los ojos. "Vale que el amor es una locura, pero...¿a qué traes aquí a mi hermana si no estás zumbado? Además, tú y tu hermano admitisteis dar de comer chocolate a Alpin. ¿Qué ha sido de él tras comerlo?”
“Yo
nunca he admitido nada de eso. Intentamos…es decir, Radley intentó…detenerle
cuando empezó a comerse el chocolate. No le hemos dado nada de comer. Alpin es
un agente libre. ¿No?”
“Tú
sabías que cuanto más le aconsejases que no tocase el chocolate más lo querría
comer.”
Beau le contó a Cardo su historia con todo lujo de detalles, y también que se estaba escondiendo de la Novia Diabólica porque ella insistía en culparle de la desaparición de Alpin.
“No
puedo culparte por querer deshacerte de Alpin,” dijo Cardo. “He querido matarle
en más de una ocasión. Pero no involucres a mi hermana en tus riñas. Ella viene
y va de este spa. Y si la Novia Diabólica se entera de que se ve contigo, la
interceptará y puede que la pobre acabe pagando este pato. Aislene ya está
cabreada porque Brezo no se interesó por Alpin como él por ella.”
“¡Jamás
consentiría que alguien le hiciese daño a Brezo!” dijo Beau.
“Aislene
no me hará ningún daño,” dije yo. “Ella no me quería para Alpin tampoco, igual
que no quería a Betabel. Y sé que no me hará daño por la consideración en la
que tiene a Arley. Y porque Mamá la dejó que se quedase con Alpin cuando era
bebé y no dejó que la obligasen a cambiarlo por un niño mejor.”
“En cualquier caso, ya no hace falta que vayas
y vengas, Brezo,” dijo Cardo. “Ya conozco tu secreto, aunque no tengo claro que
pensar de todo esto. Quintín y yo nos vamos a ir de aquí ahora, pero te estaré
vigilando, Flynn. ¡Ten eso bien en cuenta! Siéntete perseguid. ¿Dónde estás,
Quintín? ¡Nos vamos!”
Quintín
estaba un poco más atrás, estudiando lo que podía ver del spa.
“Creo
que me gusta este sitio,” dijo tímidamente. “¿No podríamos quedarnos un poco
más?”
“Volveremos
cuando esté de mejor humor,” dijo Cardo, y se lo llevó del brazo murmurando,
“Esto lo tengo que digerir primero.”
Y
unos días después, tuvimos una segunda visita.
Se
trataba de Betabel que, al contrario que la Novia Diabólica, no tenía miedo de
aventurarse en el spa.
“Yo
no he envenenado a tu marido,” le dijo Beaurenard nada más verla.
“Lo
sé. Y sé que tampoco lo hizo tu hermano. No me importa si esa liebre existe o
no. Pero sé que tú puedes influir en el puca. Nunca me lo han presentado. Y
tengo miedo de abordarle por mi cuenta. ¿Hablarías con él intercediendo por mí?
¿Le pedirías que me devuelva a Alpin? Ha pasado más de un mes desde que ha
desaparecido.”
“¿En
serio lo quieres devuelta?” dijo Beau. “Si estás mejor sin él. Deberías haberte
dado cuenta de eso ya, bonita.”
Antes
de que le pudiese decir a Beau que no dijese esas cosas horribles a Betabel,
ella dijo,”Tú no querías que mi marido te robase la novia. Yo eso lo entiendo.
Y lo respeto. Pero no quiero que el puca me quite a mi marido. Tú deberías
entenderlo.”
Eso
le funcionó a Betabél. Bueno, más o menos. Beau dijo que hablaría con el puca,
y Betabél quedó en volver al día siguiente para ver como había ido esa
conversación.
“¿Cuándo
vas a hablar con Garth?” le pregunté a Beau en cuanto se fue Betabel.
“No
necesito hacerlo. Ya lo he hecho. Tengo su respuesta.”
“¿Pues
para qué la haces volver mañana a esa pobre chica?”
“No
lo sé,” dijo Beau. “En cuanto oigo nombrar a Alpin me vuelvo irracional. Sí tú
quieres, puedo llevar la respuesta de Garth a Betabél ahora mismo.”
“Si
crees que es lo mejor,” dije yo.
Y
Beau desapareció.
Cuando
volvió, me dijo que había visto a Betabél y que ella había sido muy razonable.
“Le
dije a Betabél que Garth había accedido a devolver a uno de los dos hijos de
Aislene que tenía cautivos. Pero sólo a uno. Y como sería cruel por su parte
hacer que Aislene escogiese entre sus dos hijos, él mismo elegiría por ella.
Iba a devolver a Darcy, que prometió no hacer nada contra nadie por lo
sucedido.”
Me
sorprendió que Garth hubiese podido controlar a No no Darcy. Sólo puedo pensar
que Darcy en realidad no quería ayudar a su hermano. Pero decidí no meterme en
berenjenales. Después de todo, era por Betabél por quién me preocupaba.
“¿Betabél
ha aceptado este arreglo?”
“¡Uy,
sí! Bueno, no exactamente. Verás, yo la tuve que explicar que Garth había
convertido a Alpin en una ostra. Una bastante grande. Hacen falta las dos manos
para cargarla.”
“¿Y?”
“Cuando
Betabél oyó esto, se quedó callada durante un par de segundos. Entonces
preguntó humildemente si podía llevarse la ostra. Garth no tiene nada contra
Betabél. Así que la llevé a verle. Y la ostra estaba en un acuario que tiene
Garth.”
“¿El
puca tiene un acuario?”
Eso
no me lo esperaba.
Beau
asintió con la cabeza.
“En
su casa.”
“¿La
casa en la que tiene el huerto maligno? ¿Pomsylvania?”
Beau
volvió a asentir.
“Pero
el acuario está dentro de la casa. Pensamos que Alpin estaría más seguro ahí
que en el agua bajo el puente.”
“¿Qué
tiene Garth en el acuario?”
“Sólo
esa ostra. Se trata de una caja de cristal rectangular, llena de agua salada,
que es la que les va mejor a las ostras. Ahora ha quedado vacía.”
“¿Vacía?”
“Betabél
le pidió al puca que la dejase quedarse con la ostra como se quedó Aislene con
la manzana en la que estuvo transformado Alpin.”
“¿Y?”
“Yo
le convencí a Garth de que le diese la ostra a Betabél. Ella tuvo que prometer
que no haría nada para volver a convertir a la ostra en el Alpin original. Sólo
Garth podrá hacer eso, si es que eso se tercia. Verás, era la tercera vez que
el puca había tenido que embrujar a Alpin. Ningún ofensor ha recibido tantas oportunidades de Garth. Él echa a los que
reinciden a sus cerdos para que se los
coman. Alpin, por supuesto, no es mortal. Pero no creo que le gustase que le
masticasen y tragasen esos cerdos. Y podría convertirse en mortal. Podría ser
expulsado del mundo de las hadas.”
“¿Y?”
“Betabél
se fue portando a Alpin con sus dos manitas rojitas y callosas.”
“Eso..
eso suena muy triste. ¿No te da pena?”
exclamé yo.
“Estaba
a punto de sentirla, sí, pero me di
cuenta de que ella estaba sonriendo,” dijo Beau.
Me
costó un poco, pero conseguí que Beau me contase la verdad de cómo le había ido
a Betabél y a la ostra.
“Sugerí
a Betabél que hiciese uso de mi estancia con todos los gastos pagados en la
Isla de Pascua. La convencí de que necesitaba unas vacaciones y de que tal vez
a la ostra le gustase el agua de allí.”
“¿Pero
no estaba tú hermano Radley disfrutando de eso?”
“No.
Le tuvo que sacar de ahí. No me podía concentrar en tenerle ahí y estar todo yo con toda tú aquí.”
Quise
saber más. Quise saber cómo le iba a Betabél en la Isla de Pascua. Así que una
semana después envié a Beau a ver cómo estaba.
Está
bien, Arley. Le gustó mucho la isla, tanto que decidió mudarse ahí. Beau la ayudó a transportar a la zona mágica
de esa isla el palacio monasterio ese que el Conde y Ludovica crearon para
Alpin y ella lo ha convertido en un hotel. Y Beau dice que va a ser todo un
éxito porque se corrió la voz y en cuestión de una hora, tenía reservadas todas
las habitaciones. Y ni siquiera había dado tiempo a inaugurar el lugar.
¿Y sabes qué más? No sé si creerme esto de
Betabél, pero Beau dice que mete piedrecitas y astillas en la ostra, para que
irriten a la ostra y se ponga a convertirlas en perlas grandotas para que no la
molesten. Y que Betabel se está haciendo un collar espectacular con estas perlas mágicas. Y que dice que cuando lo
acabé, venderá perlas en el salón social del hotel. Y Beau se ha asustado y dice
que espera que yo nunca le haga nada así a él. Así que le he advertido que será
mejor que se comporte.
Se lo dije de broma, pero parece que se lo ha tomado en serio. Anda preocupado.
Brezo
te manda su cariño, y la tarta de queso que te prometió en la cuarta carta,
toda cubierta la tarta de mermelada de pétalos de rosas silvestres. Cardo
también te manda su cariño y Mauelito y Purpurina recuerdos.
Brezo.
P.D.
Adjunto la receta de mermelada de pétalos de rosas silvestres.
Mermelada de Pétalos de Rosas Silvestres
Necesitarás
unas dos onzas, que son unas dos tazas, de pétalos de rosas silvestres
comestibles por limpias. Todas tienen forma de corazón. Coséchalas con cuidado
para que no se rompan y asegúrate de que no tienen pesticidas ni bichos.
Prepara también una taza y media de agua
mineral.
También dos tazas de azúcar de caña
preferiblemente orgánico.
Y tres cucharadas de zumo de limón fresco.
Una cucharadita de pectina, quizás un poco
más si quieres más espesor.
En una cazuela mediana, hierve a fuego lento
los pétalos de rosa durante unos diez minutos. Los pétalos pueden perder su
color, pero no te preocupes. Lo recuperaran.
Añade parte del azúcar y el zumo de limón.
Mezcla todo con cuidado. El limón devolverá a los pétalos su color.
Mezcla la pectina con lo que quede del azúcar
y añade esta mezcla a la cazuela, revolviéndolo todo con cuidado. Cuanta más
pectina, más espesor tendrá la mezcla.
Hervir esto a fuego lento durante veinte
minutos. No lo hiervas más de la cuenta. Los pétalos tienen que estar blandos y
no deben flotar en líquido.
Llenar boles o botes pequeños con la
mermelada y refrigerar.
Cuando se haya enfriado la mermelada, estará
algo más dura. Puedes echarla sobre yogurt, helado, o tartas. Colócala con
cuidado sobre tartas de queso, a pequeñas cucharadas, para que no forme hoyos
en la parte superior de estas tartas. Puedes
añadir bayas y pétalos de rosas frescos
para decorar.
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