Don Alonso sugirió que había
precedentes de caballeros que vivían en bosques protegiendo a habitantes y
transeúntes de vándalos. Él y Sancho se ofrecieron a patrullar el Bosque
Triturado mientras Glorvina hacía todo el papeleo que requería el Sr. Binky
antes de tomar acción.
Su oferta le dio a Flaco
Intrépido Nauta una idea. El marinero fantasma sugirió que siguiésemos una
tradición romana que había funcionado bastante bien en el pasado. Teníamos que
nombrar a un rey del bosque.
Nauta una vez había hecho un
viaje de placer al Lago Nemi, en Italia. Este es un cuerpo de agua precioso al
que llaman El Espejo de Diana porque
esta diosa de la luna solía cazar en un bosque igual de bello que crecía junto
al lago.
Nauta dijo que un día un
esclavo fugitivo entró en ese bosque para esconderse allí. Sus perseguidores no pudieron sacarle
del bosque. Hartos de intentar atraparlo, decidieron hacer un pacto con él en
vez.
Un lugar que atrae a
turistas también atrae a vándalos, pirómanos, idiotas descuidados y otros tipos
indeseables. Al esclavo que se escondía en el bosque le concederían santuario
allí si prometía pelear contra maleantes que eran una amenaza para el bosque.
Durante un tiempo todo fue
bien. No había demasiada gente que quisiese causar problemas en un bosque que
pertenecía a una diosa y era defendido por una fiera.
Pero entonces un segundo
esclavo se enteró del chollo que tenía el hombre al que llamaban el rey del
bosque. Penetró en el bosque dispuesto a matar al primer esclavo para robarle
su empleo. Los dos hombres pelearon y el rey logró acabar con el pretendiente.
Pero más esclavos empezaron a aparecer con la misma pretensión. Finalmente el
primer esclavo cayó en un duelo y fue sucedido por un nuevo rey.
Para que nadie matase al rey
de nuestro bosque para sucederle, que era la parte que no nos gustaba de la
sugerencia de Nauta, el romano sugirió nombrar guardián del Bosque Triturado a alguien
que ya estuviese muerto.
Artemio era el fantasma de
un hombre muy joven que había sido condenado a galeras por piratería. Aunque
fue pirata mientras vivía, se había reformado poco antes de morir. Era lo
suficientemente grande y fuerte como para asustar a los malhechores y lo suficientemente listo como para no causar problemas él mismo.
A pesar de su gran tamaño,
este gigantón podía moverse con sigilo y cautela y era de naturaleza
silenciosa. Era lacónico, nunca hablaba mucho, y no le importaba pasar largos
ratos sólo.También le gustaba la naturaleza y tenía un don para comunicarse con
los otros animales.
Glorvina consultó con los
habitantes del bosque y de sus afueras y todos estuvieron de acuerdo en que la
mejor opción para el momento era coronar a Artemio. Lo hicimos con primor, en
una sencilla pero hermosa ceremonia.
Tras purificarse en un
arroyo que corría por el bosque, su rey vistió una túnica verde a cuadros
bordada con runas en hilo rojo y marrón. Tenía una larga melena negra que las
hadas del bosque peinaron en trenzas que llevaban hojas y viñas entrelazadas.
También le coronaron con hiedra. Como cetro le dieron un martillo de guerra
cuya cabeza de bronce pulieron hasta que brillaba como si fuese de oro. Tenía
un mango de fresno negro finamente labrado. Artemio también recibió una pesada
hacha de piedra. Cuando cruzaba sus brazos portando estas armas, parecía tan
imponente como un faraón egipcio.
Daba todo el tipo del hombre
verde, aunque más joven que la mayoría de estos hombres salvajes que habitan en
bosques, y todos estábamos muy orgullosos de tener un guarda forestal tan
estupendo. Las criaturas del bosque, plantas, animales y hadas y también unos
cuantos humanos que habitaban pacíficamente allí, juraron su lealtad al nuevo
rey. Los que frecuentábamos el bosque aun sin vivir en él, también prometimos nuestro
apoyo. Bueno, todos salvo Alpin. Desde el momento en que intercambiaron la
primera mirada, quedó claro que Alpin y el rey del bosque eran enemigos
naturales.
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