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sábado, 18 de abril de 2020

101. Perfil

El Hombre Oscuro estaba a punto de ensombrecer el umbral de la medio mortal vivienda de Mínafer Ominoso y Jemanías Ansioso.

Estaban preparados para recibirle porque habían adivinado que vendría a visitarles.


“Pase usted, por favor,” dijo Jemanías, abriendo la puerta antes de que Darcy pudiese llamar por encima del ocho vertical que la adornaba. “Pero si supiésemos quién tiene el cheque, lo tendríamos nosotros.”

Una vez que Darcy estaba dentro del hogar de los ocultistas y sorbiendo un cuba libre que le habían ofrecido, Mínafer le entregó una hoja de papel.


“Presentimos que vendría así que preparamos un perfil del ladrón. Hemos visitado el lugar del robo, que es la casa de Michael O’Toora, y las vibraciones allí nos han hecho saber que no se trata de un ladrón corriente, porque había allí tesoros de duende por todas partes y lo único que se llevó fue un adorno barato.”

“Pero podría saber que el cheque estaba dentro,” dijo Darcy

“No, no creemos que lo supiese. Un ladrón corriente se hubiese llevado el cheque y tirado el adorno,” explicó Mínafer.

“Aunque creemos que no tenía ni idea de lo que estaba robando, pensamos que ahora ya se ha enterado,” dijo Jemanías.

“Todos lo saben, así que es razonable suponer que él también lo sabe,” asintió Darcy.

“De ser así, lo que cuenta es que no ha cobrado el cheque,” continuó Mínafer. “Creemos que esta persona no es importante ni poderosa en su campo y que no tiene lo que hace falta para hacer valer ese cheque. Alguien que no tiene grandes contactos sólo conseguiría que le robasen el cheque si lo enseñase por ahí. También creemos que se trata de una persona muy solitaria porque no ha dicho palabra a nadie sobre esto. No puedes hablar de un cheque como ese sin que alguien suelte prenda.”

“Estoy de acuerdo,” dijo Darcy.

“Así que, en resumen, sugerimos que busque a un solitario que no es tonto ni imprudente y que tiene fijación con los adornos. ¡Ah! Y es probable que viva con su madre.”

“¿Por qué?”

 “He dicho eso último porque siempre lo dicen de gente extraña.”

“¿Tú vives con tu madre?” preguntó Darcy.

“No,” dijo Mínafer. “Ni con la mía ni con la de Jemanías. Las perdimos cuando eramos muy pequeños. A padrastros.”

“¡Dádme un nombre!” dijo Darcy.

Mínafer se quedó sin habla y los ojos de Jemanías rotaron como locos en sus órbitas pero ambos sacudieron la cabeza en negación.

“Lo tendríamos que hacer si lo supiésemos. Pero lo único que podemos decir es que estamos casi seguros al cien por cien de que su nombre o el de su madre están en la guía telefónica feérica. Su madre es probablemente demasiado mayor para saber usar un móvil. Si no está en las páginas rosas, estará en las azules,” dijo Jem.

“¿Podría usar vuestro teléfono? Yo no tengo teléfono.”

“¡Oh, sí!” dijo Mínafer. “Estamos encantados de poder participar en esta cacería. Nos gustaría ser los primeros en saber quién es el ladrón.”

Darcy descolgó el antiguo teléfono que había sobre una mesita de tres patas junto al sillón en el que estaba sentado y  habló dentro del aparato.

 “Si este teléfono está pinchado, por favor despínchenlo inmediatamente.”

Entonces cogió la guía telefónica feérica y comenzó a hacer llamadas.

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