La mañana siguente Alpin y
yo estábamos cerca de la casa árbol que Michael tenía en el Bosque Triturado. No estábamos ahí accidentalmente. Alpin quería hablar con su primo.
Michael
estaba tan cansado ese año que lo único que quería hacer era dormir durante
todo el verano. Hasta se olvidó de celebrar su cumpleaños y puesto que no había mandado
invitaciones a fiestas como siempre hacía, sólo su primo Garth, el temible Puca, se acordó de felicitarle y hacerle un regalo el veintisiete de julio.
“No sé cómo agradecerte lo
que me has regalado,” bostezó Michael. “Está hamaca que has tejido para mí es
lo más cómodo que conozco. Y el yarn bombing
que has hecho para mis árboles ha sido una sorpresa colosal.”
Por si no no estáis
familiarizados con el yarn bombing, os diré que es algo así como el grafiti,
pero con lana. Se trata de decorar con nocturnidad y en secreto árboles,
monumentos, esculturas, motos y bicicletas etc., con dibujos hechos con lana. Garth tejía toda
clase de cosas y su regalo para Michael ese año era una hamaca con más colores
que el arcoíris. También había vestido los árboles que rodeaban la casa árbol de
Michael y hasta había tejido dos fundas verdes para almohadas con dibujos de
tréboles.
“Eres un artista, Garth,”
Michael le dijo a su primo que estaba sentado junto a la hamaca, escondido
entre setos, tejiendo y tejiendo sin parar desde allí, como una maquina. Pero
antes de que Michael pudiese caer dormido en ese apacible lugar, su sosiego se
vio truncado por un grito de Alpin.
“¡Tú! ¿Qué significa esto, vago indecente? ¡Levántate y
empieza a celebrar tu cumple! ¡Quiero algo más que tartaaaaaaaa!”
Michael ni se molestó en
abrir los ojos. Podía reconocer a Alpin sólo por su estridente voz.
“Escucha,
primo Michael. ¿Recuerdas que los jueces del juicio por el secuestro en la biblioteca
y la subasta de tiempos verbales condenaron a Urraca a dejarte elegir algo que
te gustase de entre todo lo que tenía en sus almacenes por no haberte devuelto
el zapato de léprecan inmediatamente?”
“Vagamente,”
bostezó Michael.
“¿Llegaste
a elegir algo? Tú dejas todo para el perpetuo mañana, así que lo más probable es que
no lo hayas hecho.”
“Así es,” murmuró Michael. “No
lo he hecho.”
“Pues date a ti mismo un
buen regalo de cumpleaños y ve a elegir algo ahora. Mira este lápiz que tengo
aquí. Sólo hay otros cuatro como este en nuestro mundo. Y yo los necesito.
Dicen que no hay nada que no puedas encontrar en la tienda de Urraca. Así que debe tener uno o más como este.”
“Así no se hacen las cosas,”
explicó Michael. “No reclamas un regalo feérico en cuanto tienes un vale para
uno. Esperas hasta tener una emergencia y entonces eliges algo que te saque del
apuro.”
“Yo tengo una emergencia
ahora,” dijo Alpin. “Levántate o empezaré a gritar para que no puedas dormir ni
un segundo más.”
Garth, sentado ahí en
silencio pero con el ceño horriblemente fruncido, apuntó a Alpin con sus agujas
de hacer punto y le dijo, “Si estorbas la paz de este lugar, saldré de un salto
de entre los matorrales y te clavaré estas agujas en los ojos, pequeño pedo
apestoso.”
Puesto que yo estaba ahí
también, pensé que era hora de hacer notar mi presencia.
“Eh..., Alpin, Urraca es una
mala persona. Es peligroso tener que ver con ella. Si la mencionamos esos
lápices, sospechará que tenemos uno y podría robárnoslo en vez de vendernos los
suyos. Y no creo que la necesitemos para encontrar los lápices. El Sr. Ominoso
dijo que siguiéramos la pared blanca. Apuesto a que hay alguno ahí mismo perdido
entre la hierba junto al muro. Creo que deberíamos volver ahí cuanto antes y
encontrarlo.”
Mientras nos íbamos, escuché
a Michael darle las gracias a Garth por habernos espantado.
“Los que estorban la paz de
lugares apacibles me enfurecen,” contestó el Puca. “Sobre todo si lo hacen en
el campo por la noche. Parecen creer que no hay nadie durmiendo allí, pero sí
que hay. Tú estás agotado porque trabajas como un humano. Haces cosas que
ningún hada debe hacer. Tendrías que dedicarte únicamente a proteger la naturaleza
y conservar ambientes rurales.”





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