Aparte
de los animales, había pilas de cajas de pizza a domicilio en una mesa situada
entre los sofás y todavía más cajas vacías en el suelo, algunas con trozos
secos. También había latas medio vacías de refrescos por todas partes.
Ruidos nocturnos estaban
siendo escuchados. Y estaban asustando a Felina Apocado. Un sonidito en
particular, parecido al de golpecitos dados con un pequeño martillo, la estaba
poniendo de los nervios.
“Ve a ver qué está haciendo
esos ruidos, Tay. Me ponen los pelos de punta.”
“¿A quién le importa quién o
qué esté haciendo ruidos?” bostezó Tay. “Los hemos oído antes y no ha pasado
nada. Tal vez sean termitas. Vive y deja vivir.”
“No
creo que viva. Creo que son fantasmas,” dijo Felina, temblando bajo las mantas.
“Razón de más para no
estorbarles. Yo no le voy a decir a un fantasma que se calle. Lo último que
quiero es estar a mal con un fantasma. Él ya está muerto, pero yo no.”
“Haz que pare, Tay,” sollozó
Felina. “Tú eres el hombre. Tienes que ir tú.”
“No tienes miedo de salir a
medianoche para plantar bulbos y dar de comer a los gatos y jugar con ellos con
una pelota a la luz de la luna y toda clase de cosas que te dejan expuesta y
que te digo que es mejor que no hagas y te da miedo un ridículo ruidito. No
cuela.”
“Pero yo te hago ir a por la
pelota si cae demasiado lejos,” dijo Felina haciendo un puchero.
“Sí, y tengo que estar ahí
de pie hasta que eso ocurra. Pero eso es porque eres vaga, no miedosa. Mira, el
ruidito probablemente lo esté haciendo el Tío Solitario, que habrá vuelto de
entre los muertos para perseguirme por haber vendido la casa. Lo último que
necesito ahora es una bronca con él. Dejémoslo estar.”
“¿De veras crees que es él?”
preguntó Felina. “Eso no me importaría. Siempre me trataba como
una dama. Él iría a ver de qué va el
ruido.”
“Achiiiiiiiiiiiiis!”
Este repentino ruido que
vino de la ventana que había detrás de Felina hizo que la chica gritase y se
refujiase convulsionada bajo las sabanas. Sacó su cabeza de ahí debajo un momento
para decir, “¡Mírame, Tay! ¡Estoy
llorando! ¡Esa cosa está aullando y yo estoy llorando! ¡Oh, Tay! ¡Tay, Tay, Tay, Tay, Tay! ”
Entonces se volvió a cubrir
del todo con las mantas y continuó diciendo
“¡Tay! Tay,Tay,Tay,
Tay!” Sabía muy bien que a Tay le afectaban mucho sus lágrimas, así que se
puso a lloriquear, además de seguir repitiendo, “¡Tay, Tay,Tay, Taaaaaaaaaaaaaaaaaaay!”
“¡Oh, por favor!” dijo Tay. “Vale, me sentaré en la cama y si encuentro
mis gafas veré si puedo solucionar esto desde aquí mismo. Pero sólo porque el
aullido vino de la ventana que tengo delante. ¡Ah!
Sí. Ahí
mismo detrás de ti puedo ver...la cabeza de un niño.”
“¡Oh,Dios mío!” gritó Felina.
“¡No, por favor, no os asustéis!” grité yo, intentando que me oyesen bien a través del cristal de la ventana. “Necesito
hablar con vosotros, chicos. No hubiese venido tan tarde si no fuese porque
siempre estáis fuera o durmiendo de día. ¡Achiiis! Perdonadme.Tengo una
alergia primaveral y viene muy mala este año.”
“Felina, es ese niño hada
que es amigo de Alpin. Pasa, niño, si sólo eres tú y eres quien creo que eres.”
Tay se levantó y abrió la
ventana para que pasase y volé por encima de la cabeza de Felina que gritó como
si la hubiese atacado una panda de murciélagos.
“No hagas caso de mi mujer,”
dijo Tay. “La gusta fingir que es una miedica, pero en realidad es fiera como
la hija del rey vikingo. De ellos desciende.”
“Quería preguntarte si
tienes un lápiz mágico como uno que tiene mi hermanita. Los gatos del bosque y
el muro de ahí fuera dicen que sí.”
“¿Uno que hace fácil el grafiti?
Mira, te lo daré sin hacerte preguntas si me haces un favor. Voy a volver a mi
sofá. ¿Podrías echar un vistazo por la casa y ver si encuentras que es lo que
está haciendo un ruidito absurdo, unos golpecitos que hemos estado escuchando
últimamente? Le está poniendo de los nervios a Felina y ella me está machacando
para que averigüe de que va, y yo quiero dormir.”
“Bueno...supongo que podría
hacer eso,” dije yo.
“Si se trata de uno de los
fantasmas de mi familia dando golpecitos para comunicar conmigo, tú dí que no
me conoces. Dí que eres amigo de Felina.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario