El Sr. Binky sacó de uno de
los bolsillos de su traje de chaqueta gris – casi siempre iba de gris y
trajeado – el cuerno bocinero que utiliza para invocar a aquellos con quienes
quiere parlamentar. El cuerno es muy pequeño, pero tremendamente vocinglero. Lo
suficientemente fuerte como para que lo oiga el hada convocada esté en aquel de los dos
mundos en el que esté.
“¡DARCY! ¡DARCY! ¡DARCYYYYYYY!” tronó el
cuerno.
“¡BINKY
TE LLAMA!”
“En el nombre de la altiva
Hipólita y su inmaculado hijo Virbio, ¿qué diantres es todo ese ruido que estás
metiendo?” preguntó Darcy en cuanto apareció. Hablaba suavemente, pues casi nunca dice una palabra más alta que la otra, pero se notaba que estaba algo
molesto porque sus cejas se juntaban algo más de lo habitual.
“Pues, sí. Ví a Oberón ayer
por la noche. Me pidió que me despidiese de Titania y me pusiese a trabajar
para él en vez. Me negué. Repetidas veces, porque no aceptaba un no por
respuesta. Dijo que volvería con un tesoro que me haría cambiar de parecer y de
jefe. Se fue a buscar lo que fuese que dijo que iba a traer y eso es lo último
que se de él.”
Como no había indicio alguno
de dónde podría haber ido Oberón, el Sr. Binky volvió a sacar su cuerno y
comenzó a soplar para invocar a los topos. Esta vez lo hizo suavemente, porque
siempre hay algún topo presente estés dónde estés.
Los topos del mundo de las
hadas constituyen una gran red de espionaje. Todo topo existente en cualquiera
de los dos mundos pertenece a esta red y siempre está en contacto con los demás
miembros de esta.Se dice que lo saben todo, pero personalmente pienso que
tienen más información de la que pueden manejar y no siempre la entienden bien,
por lo que no siempre son de fiar. Muchas veces se equivocan, pues no
interpretan correctamente las auténticas intenciones de aquellos a los que espían.Pero
en esta ocasión si que tenían información fiable.
Ruperto y Suituno, los
delegados oficiales de la red, brotaron de uno de sus agujeros y dijeron que
Oberón les había preguntado dónde podría encontrar a James Bond. En Bambito,
Panamá, fue la respuesta que le dieron los topos. Parecía ser que Oberón estaba
interesado en comprar el mejor de los coches de este agente secreto británico.
“¡Oh, no!” exclamó Glorvina.
“Va a introducir el petroleo en el mundo de las hadas. Darcy, dí que no te
dejarás tentar por ese artefacto mortal.”
“No hay problema,” dijo
Darcy. “Yo sólo trabajo con caballos.”
Glorvina preguntó a Darcy si
sabía cómo era el coche de James Bond. La oferta podría resultar muy
tentadora.”
“No me dejaría tentar aunque
Oberón apareciese con el carro del sol, o con Pegaso y Arión enganchados a un
carro de platino y diamantes. Dudo que cualquier carro pueda volar tan
ligeramente como mis pura sangres alados. No me importa que el coche ese pueda
correr bajo el agua. Mi yegua aguamarina Flipa me ha llevado al palacio más
profundo de Neptuno en más de una ocasión y ha corrido más que tiburones y monstruos marinos y sirenos en
sus delfines sin hacer el menor esfuerzo. Y Flipa le cae bien a las sirenas. La
consideran la mejor de las mascotas. La cargan de guirnaldas de coral y conchas
y de ristras de perlas y la ofrecen pepinillos de mar y…¡Qué no! ¡Qué a mi no me soborna nadie!”
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