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sábado, 25 de abril de 2020

14. Buscando a Oberón

La última persona que había visto a Oberón era Puck, que estaba presente cuando Papá desapareció. Y Puck dijo que lo único que sabía era que Oberón había partido volando hacia el taller del famoso modisto griego para hablar con Darcy.

El Sr. Binky sacó de uno de los bolsillos de su traje de chaqueta gris – casi siempre iba de gris y trajeado – el cuerno bocinero que utiliza para invocar a aquellos con quienes quiere parlamentar. El cuerno es muy pequeño, pero tremendamente vocinglero. Lo suficientemente fuerte como para que lo oiga el hada convocada esté en aquel de los dos mundos en el que esté.


“¡DARCY! ¡DARCY! ¡DARCYYYYYYY!” tronó el cuerno.
                                            ¡BINKY TE  LLAMA!

“En el nombre de la altiva Hipólita y su inmaculado hijo Virbio, ¿qué diantres es todo ese ruido que estás metiendo?” preguntó Darcy en cuanto apareció. Hablaba suavemente, pues casi nunca dice una palabra más alta que la otra, pero se notaba que estaba algo molesto porque sus cejas se juntaban algo más de lo habitual.

“Pues, sí. Ví a Oberón ayer por la noche. Me pidió que me despidiese de Titania y me pusiese a trabajar para él en vez. Me negué. Repetidas veces, porque no aceptaba un no por respuesta. Dijo que volvería con un tesoro que me haría cambiar de parecer y de jefe. Se fue a buscar lo que fuese que dijo que iba a traer y eso es lo último que se de él.”

Como no había indicio alguno de dónde podría haber ido Oberón, el Sr. Binky volvió a sacar su cuerno y comenzó a soplar para invocar a los topos. Esta vez lo hizo suavemente, porque siempre hay algún topo presente estés dónde estés.
                          

Los topos del mundo de las hadas constituyen una gran red de espionaje. Todo topo existente en cualquiera de los dos mundos pertenece a esta red y siempre está en contacto con los demás miembros de esta.Se dice que lo saben todo, pero personalmente pienso que tienen más información de la que pueden manejar y no siempre la entienden bien, por lo que no siempre son de fiar. Muchas veces se equivocan, pues no interpretan correctamente las auténticas intenciones de aquellos a los que espían.Pero en esta ocasión si que tenían información fiable.

Ruperto y Suituno, los delegados oficiales de la red, brotaron de uno de sus agujeros y dijeron que Oberón les había preguntado dónde podría encontrar a James Bond. En Bambito, Panamá, fue la respuesta que le dieron los topos. Parecía ser que Oberón estaba interesado en comprar el mejor de los coches de este agente secreto británico. 

“¡Oh, no!” exclamó Glorvina. “Va a introducir el petroleo en el mundo de las hadas. Darcy, dí que no te dejarás tentar por ese artefacto mortal.”

“No hay problema,” dijo Darcy. “Yo sólo trabajo con caballos.”

Glorvina preguntó a Darcy si sabía cómo era el coche de James Bond. La oferta podría resultar muy tentadora.”

“No me dejaría tentar aunque Oberón apareciese con el carro del sol, o con Pegaso y Arión enganchados a un carro de platino y diamantes. Dudo que cualquier carro pueda volar tan ligeramente como mis pura sangres alados. No me importa que el coche ese pueda correr bajo el agua. Mi yegua aguamarina Flipa me ha llevado al palacio más profundo de Neptuno en más de una ocasión y ha corrido más que tiburones y monstruos marinos y sirenos en sus delfines sin hacer el menor esfuerzo. Y Flipa le cae bien a las sirenas. La consideran la mejor de las mascotas. La cargan de guirnaldas de coral y conchas y de ristras de perlas y la ofrecen pepinillos de mar y…¡Qué no! ¡Qué a mi no me soborna nadie!”  

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