Para encontrar tu camino en este bosque:

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miércoles, 15 de abril de 2020

150. Melindroso

“Mamá, voy a tener que pedirte formalmente que dejes de pedirme que vaya a ver al puca y le pida que vuela a cambiar a Alpin y lo deje como era. No me has dado un momento de tranquilidad desde Navidad y ya es febrero. O dejas que esto quede como está o yo no vuelvo a pisar esta casa a pesar de mi debilidad por tu tarta de té,” Nono Darcy le dijo todo eso y más a su madre.

“Si tú no me hubieses pedido que yo no le pidiese al puca que reconvirtiese a Alpin, yo misma se lo hubiera pedido y no te lo pediría a ti,” repuso la Sra. Dulajan. “Y por si no fuese suficiente, también le has pedido a tu padre que no le pida lo mismo a ese malhechor. Lo único que podemos hacer ahora es pedirte a ti que arregles este entuerto, pidiéndole al puca imbécil ese que restaure la niñez de Alpin. Y no nos pidas que no te pidamos que le pidas eso al puca. En realidad eres el pedidor más indicado porque nadie te puede decir que no, y nadie incluye a ese criminal.”

Darcy dijo que la había dicho mil veces que no podía pedir al puca que deshiciera un hechizo que había tenido todo el derecho a hacer. Garth tenía que proteger el bosque. Era su propósito en la vida. Y todas las hadas sabían que lo que el bosque producía de noviembre a junio era propiedad de las criaturas del bosque. Y Alpin había sido advertido tres veces, por el mismo puca, por los hojitas, y por los faunos. Sabía perfectamente que no debía comer las bayas mancilladas pero no obstante lo hizo. No había quien le pudiese defender.

“¿Cómo puedes condonar el envenenamiento de la fruta de un bosque público?” insistió la Señora Dulajan. “Garth no es tan inocente como tú le haces parecer. Ha robado la niñez de mi hijo. Todos saben que es un bárbaro burdo y ordinario. Su reputación es pésima, y nadie le quiere. Tiene que haber alguna manera de usar eso en contra de él.”

“Garth en realidad no ha envenenado a Alpin,” intervino el Tío Ernesto. Al temible Cochero de La Muerte le daba algo de miedo contradecir a su mujer, pero sentía que debía expresar su parecer. “Alpin está sano y salvo, sólo se le ve más mayor y más peludo. Por primera vez desde su nacimiento los vecinos nos hablan. Él ya no les roba la comida. Ahora hace desaparecer su basura.”

“¿Los vecinos? Esos hipócritas me traen bolsa llenas de sus porquerías para alimentar a mi hijo. ¡Lo hacen para humillarme!

“¿He mencionado que el comité de mantenimiento del vecindario quiere darme una medalla por embellecer el barrio?”dijo Alpin.

La Señora Dulajan empezó a temblar y a convulsionar y a soltar alaridos y mientras Darcy y el Señor Dulajan la auxiliaban yo tome a Alpin por el brazo y le dije que tenía que hablar con él.

“Por una vez en mi vida soy útil,” dijo Alpin. “Y ella se avergüenza de mí.”

Yo asentí y dije, “Alpin, crees que podría haber más bayas mancilladas en el bosque? Es la mitad del invierno así que supongo que no, pero necesito algunas desesperadamente.”

“Mira en los cubos de basura de un supermercado humano. Ahí hay basura de todas clases todo el año.”

“Verás, es por los basuritas,” le expliqué. “¿Te acuerdas de que me invitaron a cenar con ellos después de Navidad? He estado posponiendo esa cena durante  más de un mes. Se supone que vamos a comer productos hallados en el vertedero.”

“¡Qué suerte tienes!” dijo Alpin. “¡Ojalá me hubiesen invitado a mí!”

“¡Ojalá el honor hubiese sido tuyo! Me encantaría que me sustituyeses, pero me temo que no podrá ser. No sé cómo voy a poder solucionar este entuerto, Alpin. Soy muy aprensivo y algo hipocondríaco. Sé que los gérmenes rara vez tienen poder para afectar a las hadas, pero yo tengo problemas que las hadas normales no tienen. Como mis alergias.”

Le confié estremeciéndome  que bajo ningún concepto quería ofender a los basuritas. Así que estaba aterrado de no poder controlar la repugnancia que me producía sentarme a su hospitalaria mesa. Inmediatamente me arrepentí de haber dicho eso. No quería ser grosero ni al describir mi problema.

“Se me ha ocurrido que si yo pudiese forzarme a comer una de esas zarzamoras contaminadas, sólo una, mis gustos podrían cambiar un poquito y tal vez podría comer cosas podridas sin hacer un feo a nadie.”

Alpin sacudió la cabeza. “Una mora podría sólo hacerte perder el sentido de la dirección. O te podría crecer una barba al comerla. O incluso podría ocurrirte algo inesperado y no deseado. Tal vez deberías hablar con Garth en persona. Él debe saber más que nadie sobre los efectos de sus embrujos.”

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