Mientras las hermanas
estaban maldiciendo a Shakespeare, murmurando y amenazando, sus cabelleras
rosadas se volvieron de un azul violáceo. Luego oscurecieron aún más,
volviéndose de un negro azabache. Entonces sus pelos se pusieron de punta
tiesos como lanzas que apuntaban al cielo.
Tres pequeñas nubes oscuras
se materializaron sobre sus cabezas y crecieron hasta chocar entre sí, dando
lugar a una tormenta de lluvia, rayos y truenos. Los rayos caían hacia arriba en
lugar de hacia abajo, y uno dio a la rama de un árbol, seccionándola. Esta cayó
de golpe sobre el centro de nuestra mesa. Las hermanas estaban empapadas en la
lluvia que soltaban las nubes, pero no se inmutaban. Estaban demasiado
enfadadas con Shakespeare para que les importase el tiempo.
Antes de que el Sr. Binky
pudiese comenzar a disculparse profusamente por haber llegado tarde y
acompañado, Sabática empezó a gritar algo que
sonaba como lo que anoto abajo.
“Mungo! We’re here tae help fowk learn! Noo pey
attention! Open yer lugs! Fatna salmons
ye wantin? Hoo monie?”
Eso creo yo que quiere decir
algo como que estaban ahí para ayudar a la gente a aprender. Sabática le pedía
al ministro que prestase atención, abriendo bien las orejas y le preguntó cuántos
salmones necesitaba. Sí, cuántos.
“Fuftie
thoosan! To begin with!”
Sí, cincuenta mil para
empezar, fue la respuesta del Sr. Binky. Estaba convencido de que las hermanas se
emocionarían al ver el buen negocio que les ofrecía. Y sin duda las impresionó,
aunque no como él esperaba.
“Hoot! Clear the tatties oot yer lugs! Fuftie thoosan!” exclamó Sabatica.
Eso de hoot es una expresión de asombro. Se volvió a sus hermanas y las
dijo que se sacasen las telarañas de los oídos porque el ministro había dicho
que cincuenta mil y eso era digno de oír.
La reacción de Luxviminda no
se hizo esperar.
“We shallna dae it!” gritó Luxviminda, y eso quiere decir que no lo
harían. Se levantó indignada. Y para que
todos los presentes entendiesen lo que iba a decir, lo dijo en el inglés de la
reina. “No pienso abrir un criadero de peces. Me cuesta lo mío controlar a un
sólo salmón. ¡Ni doble ni triple trabajo! ¡Sería
infinito trabajo y follón!”
Resultó ser que Sabática era
el hada buena que concede años sabáticos a docentes agotados.
“¡Explotacion! ¡Me quemo sólo oyéndolo! Nos concedo a mis hermanas y
a mí un año sabático por razones humanitarias que comienza a partir de ahora
mismo.¡Nos fuimos!”
Sabática y Luviminda estaban
a punto de desaparecer en un tris cuando Espiridula se levantó para decir algo
también.
“El bairn se ha zampado todas las avellanas que cultivamos para
alimentar a MacMor. ¿Qué le daremos de comer ahora a nuestro pobre pececito?”
El bairn, que significa niño, era, desde luego, Alpin. No había dejado
una sola avellana en los avellanos. No estaba avergonzado de esto. También se
había comido las sobras de la merienda y quería saber por qué no habían servido emparedados de salmón.
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