Sentados ante una larguísima
mesa de madera de deriva y en un banco de madera de deriva igual de largo
estaban San Nicolás. Los Reyes Magos, Don Alonso, Flaco Intrépido Nauta y
Fergus MacLob O’Toora.
Su aspecto era muy festivo.
San Nicolás llevaba su gorra y traje rojos, los reyes sus coronas y mantos. Una
guirnalda de acebo rodeaba el sombrero de copa de Fergus y su pajarita también
era de acebo. Nauta también había añadido acebo a su corona de laureles y Don
Alonso tenía el pelo lleno de estrellas de oro que la Sra. Parry había
desprendido de su collar y colocado allí. Y también sonaban festivos, porque
estaban cantando villancicos con toda la potencia de sus voces masculinas.
“Pero
mira cómo beben los peces en el río, pero mira como beben, al ver al Dios
nacido!”
Y también bebían como peces,
pero de jarras de ponche, no de un río.
Yo dejé que terminasen el
villancico antes de acercarme a la mesa a preguntar por el Sr. O’Toora.
“¿Que quieres tomar?” me
preguntó mirándome directamente a los ojos.
Yo me sentí algo cohibido. Y antes
de que pudiese reunir el valor de decir palabra Alpin chasqueó los dedos y
empezó a gritar.
“¿Dónde está mi espumoso? ¡Camarero, champán!” Y me preguntó
dándome un codazo, “Es más caro que el cava, ¿no?”
No me dio tiempo a
responder.
“¡Quiero papeo de pub!" siguió gritando Alpin. "¡Quiero emparedados de labrador y empanadas
de pastor con puré de patatas! ¡Y lo quiero todo rápido! ¡Me muero de hambre! ¡No
he probado bocado desde que salí de casa esta mañana!”
“¡Eso no es verdad, pequeño
mentiroso!” saltó la Sra. Parry.
“¡Yo misma te di suficiente raro bocado galés para alimentar a cincuenta
pastores! ¡Sí que lo hice! Antes de que salieses de la farmacia de mi Henny. Tú
dijiste que nunca llegarías a casa si no te daba algo de comer y a mi me
interesaba que te fueses, así que te alimenté con todo el pan y todo el queso que tenía a mano. ¡Y aquí estás, así que tu
presencia demuestra que comiste!”
“Esta no es mi casa,”
contestó Alpin. “Dije que no llegaría hasta mi casa y no he llegado.”
Mientras discutían, Cardo se
acercó muy decidida a la mesa de los cantores y alzando la voz para ahogar las
de Alpin y la Sra. Parry
comenzó a contarle al Sr. Fergus todo lo que sabía sobre mi alergia.
“Asi que vive en el
automóvil de un mortal porque tiene alergia al polen, ¿no es eso, cailín? Y cree que puede que estornude
incluso en su jardín ideal allí en Isla Manzana. Pero cuando se pone realmente
malo es cuando se mueve entre mortales. Y es por la contaminación asquerosa de sus
ciudades. Y cuando está en su hogar feérico no está tan malo. ¿Por qué no se
queda en casa un tiempo? A lo mejor sana del todo, o al menos logra comprobar si su
alergia también existe ahí?”
“Porque tiene pesadillas
espantosas cuando duerme en Isla Manzana.”
“Oh. Ya veo. Eso no puede
ser. No en Isla Manzana. ¿De qué van esas horribles pesadillas?”
Yo expliqué que había nacido
bajo una morera que el mismo Shakespeare había plantado. Un humano egoísta que
se había adueñado del lugar donde crecía se hartó de que viniese gente de todas
partes invadiendo su jardín para ver el árbol y lo cortó. Así perdí el lugar en
el que me sentía más cómodo.
Mi madre intentó consolarme
dándome las llaves de un hogar ideal que había hecho construir para mi. En el
jardín se encontraba el fantasma de mi morera. Pero yo no podía evitar pensar
que si los humanos nos habían echado de un lugar, podrían echarnos de otro. Aunque
intento no preocuparme por esto cuando estoy despierto, no puedo evitarlo
mientras duermo. No podía dormir en esa casa ideal sin tener pesadillas sobre
humanos que invadían nuestro mundo y se apoderaban de él. Dije que también
tenía pesadillas horribles sobre todo lo contrario. En estas, las hadas eran
crueles con aquellos humanos que me caían bien.
“Ya veo. ¿Pues qué es lo opuesto a una
pesadilla?”
“El Sueño Imposible,” tosió Don
Alonso.
“Cierto. Ese es el más bello
de todos los sueños. La única manera de no tener pesadillas es tener sueños
brillantes, Arley. Tienes que ver el lado soleado de la vida y pensar que tras
una tormenta sale un arco iris. Tienes que tener una fijación con los arcos
iris. Míralos fijamente siempre que los veas hasta que te hayas hipnotizado y
puedas creer que todo saldrá bien al final. Caballeros, todos los que estamos
sentados en esta mesa estamos hechos del material de los sueños. Cantemos ahora
canciones de sueños y de arcos iris para este muchacho.”
Cantaron muchas, muchas
canciones bonitas, muy bonitas. Me encantaron todas y realmente agradecí el
esfuerzo que estaban haciendo estos soñadores empedernidos para ayudarme. Pero
cuando dejé el pub y me adentré en la noche, supe que a pesar de todas aquellas
nanas tendría una pesadilla cuando me fuese a dormir a casa. Una pesadilla
sobre tormentas que sucedían tras arcos iris, que los deshacían en pedazos como
trozos de cristal que corta.



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