Quitando lo de enseñarme a
hablar como los leprecanes, Michael no tenía experiencia alguna en enseñar
idiomas. Como la mayoría de los leprecanes, era zapatero y banquero, guardián de
un tesoro, concretamente una marmita llena de monedas de oro. Pero sí sabía que para la mayoría de los maestros tener un alumno
aplicado era la diferencia entre vivir una pesadilla y
sentirse realizado. Yo quise ayudar, mas
no le servía como alumno por ser un angloparlante
nativo. Él tenía que encontrar a un alumno que empezase de cero.
El mejor amigo de Michael
vivía en un lugar llamado Oretania. Este lugar había sido parte del imperio
romano y ahora era parte del fantasma del imperio romano. Una buena parte de
Oretania había estado en lo que hoy es La Mancha , en España.
Flaco Intrépido Nauta había
sido un marino romano cuando vivía. Un día, durante una batalla en alta mar, su
buque se hundió con él dentro. Cuando consiguió huir de las ninfas marinas se
fue directamente a visitar a su mujer, a la que amaba más allá de la muerte.
Cuando la mujer de Nauta también falleció, decidieron pasar la eternidad en la
villa en la que ella había vivido de niña, que estaba en Oretania.
No era probable que nadie de
esa zona hablase inglés, así que era muy posible que Michael encontrase un
alumno adecuado allí. Tal vez en ese mismo momento estuviese leyendo tumbado en
alguno de los muchos olivares que hay en esa zona.
Michael le dijo a Nauta que
buscaba un alumno que comiese papel y bebiese tinta.
“¿Y lo escupa todo al techo?
¿Con un canuto?” preguntó Nauta, rascándose la barbilla.
“¡Desde
luego que no!” exclamó Michael, horrorizado. “Me refiero a que quiero alguien que ame
la lectura y disfrute aprendiendo. Quiero un empollón. Alguien motivado y con
iniciativa que vaya a hacer la mayor parte del trabajo él mismo.”
En ese mismo momento hubo un
lapso en el tiempo, algo que ocurre con frecuencia en relación con los
fantasmas de lugares. El siglo XVII literario de La Mancha entró en contacto
con la Oretania
romana. Una nariz se alejó cuidadosamente de las páginas de un libro. Y Michael
se encontró cara a cara con su alumno ideal,
el Señor Hidalgo Don Alonso Quijano, mejor conocido por su nombre de guerra, Don
Quijote de La Mancha.
Si hay alguien a quién le
gusta leer es al Sr. Quijano. Sobre todo cuentos de caballería. Se entusiasma
tanto cuando lee uno bueno que desea ser el héroe de aventuras semejantes él
mismo. Y por eso se viste con una vieja armadura y sale cabalgando su caballo
favorito, Rocinante, decidido a ser un caballero errante aunque su mundo ya no
está preparado para uno.
Don Quijote tenía razones
para querer aprender inglés. En primer lugar, le hacía mucha ilusión leer Los Idilios del Rey del poeta laureado
Alfredo, Lord Tennyson, en el inglés original. No hay caballero andante de bien
que no idolatre al rey Arturo.
Además, Don
Alonso ansiaba invadir Inglaterra para salvar a la reina Isabel II, a la que
creía hija del rey Arturo, de los magos mezquinos que la aconsejaban no cambiar
la libra por el euro, con lo que hacían que Europa y el mundo occidental fuesen
más vulnerables ante sus enemigos.
Como Michael era irlandés,
la idea de invadir Inglaterra no le parecía del todo descabellada. Pero Nauta,
que era marino y había perdido la vida en una batalla naval, recordó al maestro
y al alumno la triste suerte que había corrido la Armada Invencible.
Por si no habéis oído de este desastre, os diré que una vez los españoles
quisieron invadir Inglaterra por mar, pero su intento fue frustrado por una
terrible tormenta que destruyó sus naves.
Ni Don Quijote ni Michael se
cortaron un pelo al oír de ese oscuro precedente. Pero Michael dijo que la
invasión no era inminente porque primero Don Quijote tendría que aprender
inglés y esto lleva su tiempo. También lleva su tiempo construir y equipar una
flota, asi como planificar detalladamente una invasión.
Para sorpresa de todos, el
fiel escudero y mejor amigo de Don Quijote, Sancho Panza, se ofreció voluntario
para aprender inglés también. Había oído que muchos isleños viven gracias al
turismo, y como siempre había soñado con ser gobernador de una isla, creía
conveniente aprender idiomas.
Así que ahora Michael tenía
dos alumnos motivados.
“Lo más seguro es que
estemos a salvo. No parece que nos vayan a cortar para fabricar naves con las que
invadir Inglaterra,” murmuraron los olivos milenarios de Oretania.
“Flotamos bien, pero de todas formas, para eso suelen usar madera de pino o de olmo.”
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