Ludovica suspiró. Y luego se
puso a atender a Alpin con resignación.
“Vuestros hogares os llegan
con todo el territorio que queráis poner entre vosotros y vuestros vecinos. Sólo
tenéis que desearlo y vuestros jardines se expandirán. Pero recordad que cuanto
más espacio haya alrededor de vuestras casas, más aislados estaréis de los
demás. Si queréis más habitaciones de las que os hemos dado, tendréis que
añadirlas vosotros mismos. Eso dependerá de lo dispuestos que estéis a
trabajar.”
“¿Una miserable choza con
seis dormitorios es todo lo que me vais a dar? Ni tú ni tus conchas sabéis lo
que a mi me gusta.”
“Oh,
sí que lo sabemos. Y por eso te vamos a ofertar elegir entre dos
opciones. Puedes tener una casa estándar o un monumento como este.”
Ludovica sostuvo una maqueta
del Palacio y Monasterio del Escorial.
“¡Ala, Alpin!” exclamó Fiona. “¡Deberías estar realmente contento!”
“¡Dí gracias!” susurró Brana.
“¡Ahora parece que lo vais
comprendiendo!” asintió Alpin. “Podemos empezar a negociar.”
“Por fuera, esta casa es
como el famoso monumento, que también está hecho de granito. Pero por dentro ha
sido rediseñado para agradar a un niño como tú. Tiene lujos como habitaciones de
audiovisuales, piscinas, habitaciones de juegos y dos discotecas. La cocina
ocupa todo el sotano para que puedas guardar ahí tu hermosa y sufrida nevera
mágica. En vez de diez ovejas tienes diez maquinas expendedoras repartidas por
doquier para que siempre tengas comida a mano. En lugar de ponis, recibirás dos
bicis de montaña que se convertirán en coches de lujo cuando tengas edad de
conducir.”
“¿Cuál
es mi dirección?”
“Erh...ahí está la pega,”
dijo Earl. “Es decir, la razón por la que vas a tener que elegir entre las dos
alternativas que te hemos ofrecido. Verás, el granito que sacamos de la cantera
se repone a sí mismo. Pero sólo en cantidades
limitadas. Sacamos un poco de día y durante la noche se vuelve a formar. Pero si
sacamos demasiado en un día, no da tiempo a que se reponga esa noche. Así que
nos podríamos quedar sin material para los niños que todavía no han nacido.”
“¿Y
qué? Que
hubiesen nacido antes,” dijo Alpin.
“Tal vez, pero como eso no
depende de ellos, somos nosotros los que tenemos que velar por sus intereses y
gastar lo justo cada día. El granito de tu palacio no es de nuestra cantera.Tuvimos
que gastar una pasta para comprarlo lejos de aquí. Este
granito procede del mundo de los humanos y echa de menos ese lugar. No le gusta
habitar en nuestra isla y siempre vuelve ahí fuera, al mundo de los humanos. Así que tendrás
que poner tu monumental hogar ahí fuera en alguna parte o puede que él mismo se
largue para allá y se coloque en una zona inconveniente.”
“¿No estará usted diciendo
que ese mamotreto podría caer sobre cualquier lugar ahí fuera como un meteorito
y machacar lo que se encuentre debajo?” preguntó Michael aterrado.
“Pues
sí. No
creo que machaque mucho si este niño se lo lleva a algún lugar como el desierto
del Sáhara. No tiene que decidir donde lo va a colocar ahora mismo. Le daremos
esta maqueta y podrá colocarla en el jardín de su madre de momento. Cuando esté
listo para saber lo que quiere podrá llevársela al lugar elegido y hacer que la
maqueta se convierta en el auténtico palacio. Mientras tanto, podrá disfrutar
de su hogar encogiéndose. Las hadas sabemos hacer eso muy bien. El también sabrá
encogerse, digo yo.”
“Pero...¿me queréis decir
que tendremos que vivir con la amenaza de una monumental maqueta que se puede
expandir en cualquier momento y convertir en una mole de piedra situada en
nuestro vecindario? ¿Cómo vamos a poder dormir tranquilos sabiendo que se le
puede ocurrir agrandar esta monstruosidad que nos podría aplastar a todos
cualquier noche?”
“Oh, dormir no es ningún problema.
Esto sólo se expande a la luz del sol. Necesita
energía solar para hacerlo, ya sabe.”
“¡Fenomenal! ¡Sólo tendremos que
vigilar al dueño de la la mole esa desde el alba hasta el ocaso!
“¿Acaso no es eso lo que ya
estáis haciendo?”
“¿Puedo preguntar que hemos
hecho para merecer esto?”
“Nada malo.Simplemente habéis
elegido haceros cargo de este niño, eso es todo. Lo habéis aceptado tal y como
es. Pues eso tendréis que hacer mientras esté en vuestras manos. Tú decide,
chiquillo. Tienes que elegir entre las dos casas que te hemos ofrecido. ¿Cuál
va a ser? ¿La de dentro o la de fuera?”
“Yo creo que está clarísimo.
Tengo visión. Elijo el monumento fuera.”
La maqueta del
palacio-monasterio inmediatamente desapareció de delante de nuestros ojos.
“Bien, tu casa ideal acaba
de aterrizar sobre la plantación de violetas que tiene tu madre en su jardín.
Espero que esto no la suponga un inconveniente. Como te quiere tanto, seguro
que no la importará,” dijo Ludovica. “Niños, aquí tenéis las llaves de vuestras
casas. Guardadlas bien. Aunque sean simbólicas,
porque las verdaderas llaves sois vosotros mismos, no son fáciles de reemplazar.”

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