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jueves, 23 de abril de 2020

39. La chabola de Alpin

“Vamos a ver que se os ha ocurrido para mí.¡Ya era hora!” dijo Alpin cuando le llegó el turno de reclamar su casa. “No penséis que me voy  a conformar con una casa de seis dormitorios, como mis hermanas. He oído decir que aquí hay auténticos palacios, castillos con torres altísimas, fincas con docenas de acres a su alrededor. ¿Cuántos acres va a tener lo mío?”

Ludovica suspiró. Y luego se puso a atender a Alpin con resignación.

“Vuestros hogares os llegan con todo el territorio que queráis poner entre vosotros y vuestros vecinos. Sólo tenéis que desearlo y vuestros jardines se expandirán. Pero recordad que cuanto más espacio haya alrededor de vuestras casas, más aislados estaréis de los demás. Si queréis más habitaciones de las que os hemos dado, tendréis que añadirlas vosotros mismos. Eso dependerá de lo dispuestos que estéis a trabajar.”
  
“¿Una miserable choza con seis dormitorios es todo lo que me vais a dar? Ni tú ni tus conchas sabéis lo que a mi me gusta.”

“Oh, sí que lo sabemos. Y por eso te vamos a ofertar elegir entre dos opciones. Puedes tener una casa estándar o un monumento como este.”
      

       
Ludovica sostuvo una maqueta del Palacio y Monasterio del Escorial.

¡Ala, Alpin!” exclamó Fiona. “¡Deberías estar realmente contento!”

¡Dí gracias!” susurró Brana.

“¡Ahora parece que lo vais comprendiendo!” asintió Alpin. “Podemos empezar a negociar.”

“Por fuera, esta casa es como el famoso monumento, que también está hecho de granito. Pero por dentro ha sido rediseñado para agradar a un niño como tú. Tiene lujos como habitaciones de audiovisuales, piscinas, habitaciones de juegos y dos discotecas. La cocina ocupa todo el sotano para que puedas guardar ahí tu hermosa y sufrida nevera mágica. En vez de diez ovejas tienes diez maquinas expendedoras repartidas por doquier para que siempre tengas comida a mano. En lugar de ponis, recibirás dos bicis de montaña que se convertirán en coches de lujo cuando tengas edad de conducir.”

“¿Cuál es mi dirección?”

“Erh...ahí está la pega,” dijo Earl. “Es decir, la razón por la que vas a tener que elegir entre las dos alternativas que te hemos ofrecido. Verás, el granito que sacamos de la cantera se repone a sí mismo. Pero sólo en cantidades limitadas. Sacamos un poco de día y durante la noche se vuelve a formar. Pero si sacamos demasiado en un día, no da tiempo a que se reponga esa noche. Así que nos podríamos quedar sin material para los niños que todavía no han nacido.”

“¿Y qué? Que hubiesen nacido antes,” dijo Alpin.

“Tal vez, pero como eso no depende de ellos, somos nosotros los que tenemos que velar por sus intereses y gastar lo justo cada día. El granito de tu palacio no es de nuestra cantera.Tuvimos que gastar una pasta para comprarlo lejos de aquí. Este granito procede del mundo de los humanos y echa de menos ese lugar. No le gusta habitar en nuestra isla y siempre vuelve ahí fuera, al mundo de los humanos. Así que tendrás que poner tu monumental hogar ahí fuera en alguna parte o puede que él mismo se largue para allá y se coloque en una zona inconveniente.”      

“¿No estará usted diciendo que ese mamotreto podría caer sobre cualquier lugar ahí fuera como un meteorito y machacar lo que se encuentre debajo?” preguntó Michael aterrado.

“Pues sí. No creo que machaque mucho si este niño se lo lleva a algún lugar como el desierto del Sáhara. No tiene que decidir donde lo va a colocar ahora mismo. Le daremos esta maqueta y podrá colocarla en el jardín de su madre de momento. Cuando esté listo para saber lo que quiere podrá llevársela al lugar elegido y hacer que la maqueta se convierta en el auténtico palacio. Mientras tanto, podrá disfrutar de su hogar encogiéndose. Las hadas sabemos hacer eso muy bien. El también sabrá encogerse, digo yo.”

“Pero...¿me queréis decir que tendremos que vivir con la amenaza de una monumental maqueta que se puede expandir en cualquier momento y convertir en una mole de piedra situada en nuestro vecindario? ¿Cómo vamos a poder dormir tranquilos sabiendo que se le puede ocurrir agrandar esta monstruosidad que nos podría aplastar a todos cualquier noche?”

“Oh, dormir no es ningún problema. Esto sólo se expande a la luz del sol. Necesita energía solar para hacerlo, ya sabe.”

¡Fenomenal! ¡Sólo tendremos que vigilar al dueño de la la mole esa desde el alba hasta el ocaso!

“¿Acaso no es eso lo que ya estáis haciendo?”

“¿Puedo preguntar que hemos hecho para merecer esto?”
 
“Nada malo.Simplemente habéis elegido haceros cargo de este niño, eso es todo. Lo habéis aceptado tal y como es. Pues eso tendréis que hacer mientras esté en vuestras manos. Tú decide, chiquillo. Tienes que elegir entre las dos casas que te hemos ofrecido. ¿Cuál va a ser? ¿La de dentro o la de fuera?”

“Yo creo que está clarísimo. Tengo visión. Elijo el monumento fuera.”

La maqueta del palacio-monasterio inmediatamente desapareció de delante de nuestros ojos.

“Bien, tu casa ideal acaba de aterrizar sobre la plantación de violetas que tiene tu madre en su jardín. Espero que esto no la suponga un inconveniente. Como te quiere tanto, seguro que no la importará,” dijo Ludovica. “Niños, aquí tenéis las llaves de vuestras casas. Guardadlas bien. Aunque sean simbólicas, porque las verdaderas llaves sois vosotros mismos, no son fáciles de reemplazar.”

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