Para encontrar tu camino en este bosque:

Para llegar al Índice o tabla de contenidos, escribe Prefacio en el buscador que hay a la derecha. Si deseas leer algún capítulo, escribe el número de ese capítulo en el buscador. La obra se puede leer en inglés en el blog Tales of a Minced Forest (talesofamincedforest.blogspot.com)

jueves, 23 de abril de 2020

44. Elemental


Todos los ladrillos llegaban envueltos en notas. Algunas eran halagadoras. Otras totalmente ilegibles. Estas últimas tenían extraños signos y barras dibujados en ellas y Michael no tenía ni idea de lo que esos garabatos siniestros podían significar.

Una tarde a finales de septiembre, la banshí Glorvina y Kevin, el hermano de Michael y bufón amante del caos vinieron a la casa árbol a tomar el té. No pudieron evitar fijarse en la cicatriz que Michael tenía en la frente.

“¿Estás diciendo que tiene que ver con todos esos ladrillos que tienes amontonados junto a los arbustos?”  

“Alguien tiene una manera hostil de comunicar conmigo,” dijo Michael. “Pero cuando esas notas dicen algo inteligible, siempre es halagador. Me piden que siga con mi buen trabajo y cosas así. No sé por qué el que las escribe no puede simplemente mandar un comentario por Internet al blog si es que quiere felicitarme. Y no hay quien explique los garabatos aparentemente sin sentido de los otros mensajes.”
 
“Tienes que poner fin a esto,” dijo Kevin. “Los ladrillos van a acabar con tu árbol. No tiene por qué soportar que le traten con tanta rudeza. ¿A qué no, Glorvina?”

Los hojitas que compartían el árbol con Michael estaban de acuerdo. Estaban hasta el gorro de que les asustasen las misivas voladoras. Y había rumores de que alguien había sido derribado y casi aplastado.

“Mensajes ligados a ladrillos siempre son amenazas,” pronunció Kevin. “Lo que tienes es un enemigo. Las palabras amables deben ser sarcasmo. Alguien quiere que dejes de escribir tu blog.”

“¿Qué? Pero si a nadie le interesa mi blog. No es nada popular. Sólo lo leen mis dos alumnos. Y no creo que pueda haber ofendido a nadie.”

“Entonces tienes un enemigo majareta,” dijo Kevin. “¡Qué suerte tienes! Son los mejores. No hay quien les detenga. No se puede razonar con ellos. Espero que sea terrible y de mucho miedo. A la gente también se la mide por sus enemigos. Cuanto peor sea, mejor quedarás tú cuando le derrotes.”

“¿Qué? No quiero es un enemigo. No sabría lo que hacer con él.”

“Pues hacerle morder el polvo. ¿Para qué otra cosa? ¿Tú no quieres ser famoso como Juanito, el de las habichuelas, o ese niño inglés con la cicatriz en la frente? ¿O como los hobbits y ese tío que quería mangonear a todo el mundo con unos anillos? ¡Jamás serás alguien de peso sin un enemigo!”

Mientras los hermanos discutían sobre los posibles beneficios de tener enemigos, Glorvina, como era una mujer de acción, ya estaba telefoneando al Dr. Watson. El doctor era amigo personal de la banshí. En ocasiones habían coincidido junto al lecho de algún moribundo al que él atendía y por él que ella estaba plañiendo. El doctor apareció con la celeridad con la que un buen médico visita a un paciente amigo. Y con él vino también el espabiladísimo Sr. Holmes.  

        
                                                                                                                       
“Estas notas no las ha escrito una única persona. Al menos se trata de dos.”

Eso proclamó el Sr. Holmes tras examinar las misivas, y los hojitas aplaudieron. Ellos habían llegado a la misma conclusión.

“La mano que escribe las palabras amables no es responsable de los garabatos. El garabatero es casi sin duda el responsable de la desagradable manera de entrega de estos mensajes. Me atrevo a decir que es algún tipo de idiota.”

Y el Sr. Holmes tenía algo más que decir. Sugirió que Michael visitase la Real Biblioteca del Santo Job si quería encontrar al lanzaladrillos.

“¿Por qué la biblioteca del Santo Job? Eso está en Isla Manzana.”

“Uno de los trocitos de papel tiene parte de una marca de agua que lo identifica como perteneciente a la colección de folios utilizados por la bibliotecaria.”

Quiero contaros algo sobre la Real Biblioteca del Santo Job. Fue fundada en las edades bárbaras, por un humano llamado Job Hob, que estaba tan interesado en estudiar a las hadas que la decana de nuestro mundo, la Sra. Aureabel Parry, le invitó a vivir entre nosotros. Se mudó a Isla Manzana y trajo con él una colección de manuscritos que no tenían precio, y todos, incluso mis padres, han estado donando textos a la biblioteca desde aquel entonces. Muchos tesoros que han desaparecido de famosas bibliotecas, como la desafortunada Biblioteca de Alejandría, se hallan ahora allí.

“Michael, te voy a dar una semana de licencia para que vayas a averiguar quién es el abominable lanzaladrillos y le pongas en su sitio acabando con su intolerable forma de proceder,” dijo Glorvina. 

“No puedo causar baja ahora mismo. Al menos no hasta noviembre,” dijo Michael. “Estoy sobrecargado de trabajo y además tengo que organizar mi fiesta de Halloween.”
                                           

“Estoy cumpliendo con mi deber.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario