Para encontrar tu camino en este bosque:

Para llegar al Índice o tabla de contenidos, escribe Prefacio en el buscador que hay a la derecha. Si deseas leer algún capítulo, escribe el número de ese capítulo en el buscador. La obra se puede leer en inglés en el blog Tales of a Minced Forest (talesofamincedforest.blogspot.com)

jueves, 23 de abril de 2020

45. El sueño del pequeño libro alado

Mientras el Sr. Holmes estaba ayudando a resolver el caso de los ataques a ladrillazos, Alpin estaba entreteniéndome en su nuevo palacio. Había prometido a sus hermanas que haría algo bueno para alguien y pensó que enseñarme a mí el interior de su monumental casa sería bondad más que suficiente.

Claro que yo había estado en Isla Manzana con Alpin y ya había visto el palacio. Pero Alpin había estado tan inmerso en sus negocios allí que ni se acordaba de mi presencia. En cuanto a mí, pensé que era innecesario desairar a Alpin y privarle del placer de ostentar un poco. Así que me comporté como si todo esto fuese nuevo para mí y le dejé disfrutar de su momento de gloria.

Nos quedamos a dormir allí y a eso de una hora antes del amanecer Alpin me despertó a sacudidas.

“¡Despierta, Arley! Tienes que escuchar esto. Acabo de tener una pesadilla espantosa.”

Me froté los ojos y le pregunté a Alpin de que iba su pesadilla.


“Primero vi una jaula de oro. De oro macizo era, nada menos. Dieciocho kilates mínimo tenía aquello. Había una criatura alada dentro de la jaula. No era un pájaro. La jaula se acercó a mí y vi que se trataba de un extraño librito verde botella con alas azules.”

“¿Un libro alado? ¿Tenía un pico siniestro también?”

“¡Nah! Una nariz chiquita y una boquita de piñon. No parecía peligroso. Era gordito y rechoncho, como un muñequito de peluche. Aunque no tenía dos yoyas, el pobre estaba haciendo lo posible por no asustarme porque en vez de aullar, susurraba muy bajito. ‘¡Ayúdame!¡Ayúdameeeeee!’” Eso es lo que decía. Una y otra vez y muy, muy, bajito. Naturalmente, a pesar de sus esfuerzos por no asustarme, yo estaba aterrado. Empecé a gritar como un orate y no tardé ni un segundo en huir de la biblioteca.”
                                                 

                                                    “¿La biblioteca?”

“Estábamos en la Real Biblioteca del Santo Job. Ahí sucedió todo esto.”

“¿Cómo lo sabes?”

“Cuando salí corriendo del lugar, dejé atrás un cartel que señalaba el camino a dicha biblioteca.”

“¿Qué hacías allí?”

“No tengo ni idea. Jamás he pisado una biblioteca, ni tengo intención de hacerlo.”


“Pues tal vez deberías. Me suena a uno de esos sueños que se producen cuando alguien necesita ayuda desesperadamente,” dije yo.“Puede haber algo extraño pasando allí y tal vez alguien necesite ayuda.¿Qué vas a hacer para ayudar?”

“¿Ayudar? ¿Yo? Absolutamente nada. ¿Qué me importa a mí un libro? ¡Y uno gordo, encima! ¿Es mi pesadilla mejor que las tuyas? ¿Da más miedo?”


“Verás. Quizás podamos hacer algo con la tuya. Si nos levantamos temprano y te vienes a desayunar a casa de mis padres, pues hay un lugar en el jardín donde se encuentra una puerta dorada flanqueada por hortensias y pendientes de la reina. Si la cruzamos, estaremos en Isla Manzana. Justo en las Praderas de Miel. Mi padre utiliza esta puerta cuando visita las sidrerías. Desde allí, podríamos ir hasta la biblioteca y averiguar si todo está en orden allí.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario