Claro que yo había estado en
Isla Manzana con Alpin y ya había visto el palacio. Pero Alpin había estado tan
inmerso en sus negocios allí que ni se acordaba de mi presencia. En cuanto a
mí, pensé que era innecesario desairar a Alpin y privarle del placer de
ostentar un poco. Así que me comporté como si todo esto fuese nuevo para mí y
le dejé disfrutar de su momento de gloria.
Nos quedamos a dormir allí y
a eso de una hora antes del amanecer Alpin me despertó a sacudidas.
“¡Despierta, Arley! Tienes
que escuchar esto. Acabo de tener una pesadilla espantosa.”
Me froté los ojos y le
pregunté a Alpin de que iba su pesadilla.
“Primero vi una jaula de
oro. De oro macizo era, nada menos. Dieciocho kilates mínimo tenía aquello. Había una criatura alada dentro de la jaula. No era un pájaro. La jaula se
acercó a mí y vi que se trataba de un extraño librito verde botella con alas
azules.”
“¿Un libro alado? ¿Tenía un
pico siniestro también?”
“¡Nah!
Una nariz chiquita y una boquita de piñon. No parecía peligroso. Era gordito y
rechoncho, como un muñequito de peluche. Aunque no tenía dos yoyas, el pobre
estaba haciendo lo posible por no asustarme porque en vez de aullar, susurraba
muy bajito. ‘¡Ayúdame!¡Ayúdameeeeee!’” Eso es lo que decía. Una y otra vez y muy, muy, bajito. Naturalmente, a
pesar de sus esfuerzos por no asustarme, yo estaba aterrado. Empecé a gritar
como un orate y no tardé ni un segundo en huir de la biblioteca.”
“¿La biblioteca?”
“Estábamos en la Real Biblioteca
del Santo Job. Ahí sucedió todo esto.”
“¿Cómo
lo sabes?”
“Cuando salí corriendo del
lugar, dejé atrás un cartel que señalaba el camino a dicha biblioteca.”
“¿Qué
hacías allí?”
“No
tengo ni idea. Jamás he pisado una biblioteca, ni tengo intención de hacerlo.”
“Pues tal vez deberías. Me suena
a uno de esos sueños que se producen cuando alguien necesita ayuda
desesperadamente,” dije yo.“Puede haber algo extraño pasando allí y tal vez
alguien necesite ayuda.¿Qué vas a hacer para ayudar?”
“¿Ayudar? ¿Yo? Absolutamente
nada. ¿Qué me importa a mí un libro? ¡Y uno gordo, encima! ¿Es mi pesadilla
mejor que las tuyas? ¿Da más miedo?”
“Verás.
Quizás podamos hacer algo con la tuya. Si nos levantamos temprano y
te vienes a desayunar a casa de mis padres, pues hay un lugar en el jardín
donde se encuentra una puerta dorada flanqueada por hortensias y pendientes de
la reina. Si la cruzamos, estaremos en Isla Manzana. Justo en las Praderas de
Miel. Mi padre utiliza esta puerta cuando visita las sidrerías. Desde allí,
podríamos ir hasta la biblioteca y averiguar si todo está en orden allí.”
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