Cuando el Sr. Binky se
deshizo de su problema con Cascarrabias endilgandoselo a Michael, el léprecan
estaba muy enterado de que no sería fácil enseñar al guardián de tesoros. Pero
tras intentar enseñarle le quedó claro que para lograr que aprendiese haría
falta un milagro.
Así que en cuanto amaneció
el diecisiete de Marzo, Michael pensó que este sería un buen momento para pedir uno y
voló hasta la colegiata de San Patricio en Lorca, Murcia, para felicitar al
santo en su día y de paso pedirle que obrase un milagro para beneficio de
Cascarrabias.
Cuando llegó a una plaza que
había junto a la colegiata se encontró con una estatua del Ángel de la Fama.
“Buenos días, Michael,” saludo
la estatua, cobrando vida.
El ángel de la fama, que se
llama Yeiayel, es un ángel trompetista, y cómo muchos de los ángeles que tocan
este instrumento, aparece con alas hechas de flores con forma de trompeta entre
sus plumas cuando se manifiesta.
“Oh,” dijo Michael, “buen
día para usted también. ¿Me conoces?”
“Sí. Y también sé por qué
estás aquí. Se habla mucho de ti últimamente.”
“¿De mí? ¿Pero por qué? Yo
no soy famoso.”
“¿Te gustaría serlo?”
“Para nada. Por favor, no se
ofenda, pero yo soy tímido y reservado.”
“No me ofendo. Te comprendo
muy bien. Yo solía estar en lo alto de esta colegiata. Pero
la fama pesa mucho. Así que temieron que sería demasiado pesado para el
tejado, y me bajaron aquí, a esta plaza.”
“Bueno, si te gusta este
lugar...¿qué problema hay?” dijo Michael, intentando seguir la conversación sin
tener ni idea de dónde iba a parar.
“Tengo un consejo para ti,”
dijo el ángel. “Ojo con lo que pidas. Si Cascarrabias aprende a leer y a
escribir, te pedirán que enseñes a más gente. Te inundarán de alumnos difíciles.
Te harás tan famoso que jamás podrás dejar la enseñanza.”
“¡Uy, mi madre!” exclamó Michael. “No había pensado en eso…”
“Que tengas un buen día de
San Patricio,” sonrió el ángel y la estatua volvió a ser de piedra.
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