
La Navidad vino y se fue y yo no me atreví a pedir el regalo que más deseaba. Lo dejé para el año siguiente.
Alpin
no estaba satisfecho con todos los regalos que había recibido, porque no le
dieron todo lo que había pedido. Se tomó la molestia de volver a escribir a
los donantes de regalos que le habían desilusionado y contarles lo contrariado
que estaba. A los reyes magos no les escribió. Les comunicó
su desagrado en persona. Pudo hacerlo fácilmente porque estos señores suelen
cenar en el pub de la Sirena Celosa
con Papa Noel antes de volverse los unos para oriente y el otro para el Polo
Norte.
Yo pasé por el pub porque me
habían dicho que Alpin estaba allí y le encontré en medio de un discurso muy
amargo.
Los magos intentan dar a los
niños buenos lo que piden, pero sólo dan carbón a los niños malos. Sin embargo,
últimamente se han dulcificado y el carbón que regalan no es el auténtico
artículo. Ahora está hecho de azúcar teñido y sabe bien. Parece que
Alpin había recibido una ración muy generosa de este carbón dulce. Pero no todo
el carbón era negro, y tampoco estaba
contento con ese detalle.
“...además quiero que sepáis
que ese carbón rosa que os habéis sacado de la manga puede ser un regalo
apropiado para Barbies malotas, pero no es mi regalo ideal, aunque admito que
me regalasteis toneladas de eso,” protestaba Alpin. “Y por último, pero no por
ello menos importante, quiero informaros de que una de mis resoluciones para el
nuevo año es pedir muchos más regalos que este año pasado el que viene, así
como expresar mis quejas de formas mucho menos amables si mis expectativas no
se cumplen. Quedáis advertidos.”
Las hermanas de Alpin, Brana
y Fiona también estaban en el pub. Estaban entregando a su primo Michael un
regalo de reyes metido en una gran caja envuelta con papel rojo y con un lazo
dorado.
Michael abrió su regalo y
sacó de la caja tres figuras de porcelana china. Medían
cosa de un pie y medio y eran imágenes de Fuk, Luk y Sau. Estos dioses
chinos traen prosperidad, fama y salud a aquellos que les veneran con un lugar
de honor en sus casas. También dentro de las caja había un gran sobre, y dentro
del sobre un certificado de regalo.Pero estaba en chino.
“Michael,
siempre dices que vas a decorar tu casa de Isla Manzana pero nunca te pones a
hacerlo. Mi hermana y yo creemos que ha llegado la hora de que lo hagas,” dijo Fiona.
“El certificado regalo es
para que puedas consultar a los mejores decoradores chinos del mundo de las
hadas,” le explicó Brana. “Estos expertos no sólo harán que tu casa sea
hermosa, también la convertirán en un lugar benéfico en el que podrás vivir
bien y gozando de muy buena suerte.”
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