habitantes. Para nostoros, la idea de que decorar nuestras casas siguiendo
ciertas reglas cambiaría nuestra vida para mejor era muy nueva.
El mismísimo primer ministro
Mungo J. Binky preguntó si podría estar presente durante la sesión de Michael
con los maestros del Feng Shui. No había espacio para más papeles en su ministerio
y estaba pensando en ampliar y redecorarlo. La
mayoría de sus visitantes lo encontraban algo deprimente.
“Esta gente podría darme
ideas,” dijo el Sr. Binky. “Si me gusta lo que hacen para ti, Michael, puede
que yo les contrate.”
“Si el forofo de los troncos
triturados quiere remodelar su cuartel, tenemos que estar presentes también
durante tu sesión,” dijo el hojita Malcolfus a Michael. “Puede que se le ocurra
cargarse nuestro bosque para hacer más estanterías y archivadores.”
Michael
consintió que uno de los hojitas asistiese si fingía ser un adorno en su ojal. Los hojitas
sugirieron enviar a Pelagius, el más subrepticio y furtivo de los hojitas, a
cumplir esta misión. Acto seguido Pelagius apareció en el ojal de Michael sin
que nadie le hubiese visto llegar hasta ahí.
Fergus MacLob O’Toora insistió
en acompañar también a su hijo. Según él, la mitad de la gente que decía tener poderes
especiales y se ofrecía a arreglarte la vida a cambio de dinero eran farsantes.
Quería estar presente para poder desenmascarar a los maestros del Feng Shui si
resultaban ser unos timadores. El hecho de que uno de los maestros se llamase
Foo Ling sólo alimentó las sospechas de Fergus, porque eso significa engañar en inglés. En opinión de Fergus,
Michael y las gemelas Dulajan eran una panda de pardillos crédulos que no sabrían
defenderse de estafadores.
“Y tráete a tus alumnos también,” insistió Fergus.
“Puede que aprendan algo, Michael.”
Así que cuando Michael
camino hacía su reunión con los maestros del Feng Shui, no lo hizo solo. De
hecho, le acompañaba una muchedumbre cada vez más densa que también nos incluía
a Alpin y a mi.
Yo iba en representación de
mi madre, para vigilar al primer ministro y también por mi propia cuenta,
porque sentía curiosidad. Alpin quería saber si un certificado para una sesión
de Feng Shui era realmente un buen regalo que merecía ser pedido, con vistas
claro, a pedir uno él también.
“¿Es
aquí?” Michael no podía creer lo que veían sus ojos. Había llegado hasta una
frutería repleta de cajas de kumquats, lichías, manzanas de agua, semillas de
nipa, fruta del dragón, arrayanes, carambolas, combavas, y muchas más frutas
exóticas expuestas a cada lado de la puerta de entrada a la tienda. Había un
cartel con grandes caracteres chinos pintados en él y bajo aquellos había algo
escrito que cambiaba de un idioma a otro. Michael contó hasta ocho idiomas
distintos. Parecía ser el nombre de la frutería, que era Nanay de la Catay o Naranjas de la China.
“La frutería sólo es para
despistar,” dijo Fiona. “La oficina de los maestros es de un lujo asíatico por
dentro, pero está escondida bajo tierra para que los dioses no la vean. Los
dioses chinos son muy envidiosos y si creen que a alguién le está yendo mejor
que a ellos, le hunden en la miseria.”
“Así son también los dioses
griegos,” asintió Nauta, el fantasma romano que acompañaba a Fergus porque
podría participar en una pelea si esta se producía.
“¡Wisteria Tai tai!” cantó Brana,
mirando por la puerta entreabierta de la frutería. “¿Está usted ahí dentro?
Nosotros estamos aquí fuera.”
Wisteria
Tai tai, or la Señora
Wisteria , era un hada muy hermosa vestida de verde con flores
lilas en su cabello tan negro que parecía violeta. Surgió del interior de la
frutería junto a un enorme conejo blanco vestido como un mandarín.
“Saludos a todos de parte de
mi abuelo, el Maestro Foo Ling y también de mi parte. Soy el hada de la flor de
la wisteria, también llamada glicina. El abuelo y yo estamos listos para
ayudarte, Michael O’Toora. Tus amigos cotillas también pueden estar presentes,
Después de todo, esto es publicidad gratis para nosotros.”
“Esnif, esnif,” resoplaba el
conejo vestido de seda purpura y oro.
“¿Tu abuelo es un conejo?” preguntó
Alpin incrédulo.
Wisteria explicó que muchas
hadas orientales gustaban de tomar la forma de algún animal y que a su abuelo
le gustaba tomar la del animal del año en curso.
“¿Cómo que el animal del
año?”
Wisteria dijo que el
calendario chino constaba de un ciclo de doce años.
Cada año estaba vinculado a
un animal. Todas las personas compartían las características del animal del año
en que nacían.
“Yo,” dijo Alpin, “creo que
es una tontería por parte de tu abuelo querer ser un animal cuando puede ser
una persona. Somos mejores que ellos.”
“No todos nosotros,” Wisteria
frunció el ceño. “Convertirse en el animal del año mantiene joven a mi abuelo y
le ayuda a comprender como cambian los tiempos. Además,
mi abuelo tiene un gran sentido del humor.”
Michael dijo que se alegraba
de no haber acudido antes a la sesión. El
abuelo podría haber sido un tigre.
“Entre nosotros, también los
hay que gustan de transformarse en animales. Yo
tengo un primo que se convierte en caballo,” dijo Michael.
“Te refieres a Garth, el Puca.
¿A qué sí, primo Michael? Es un tío ordinario y maligno. ¿Es tu abuelo también ordinario y maligno, Wisteria?” preguntó Alpin.
Wisteria
decidió que ya habían charlado bastante y habiendo roto el hielo era hora de
ponerse a trabajar. Dijo que lo primero que había que hacer era
determinar si la casa de Michael estaba en armonía con él. Para saber esto,
primero tenía que averiguar cuál era su trigrama.



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