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lunes, 20 de abril de 2020

83. Proverbios, uno escamón

“No sé por qué te dijo eso,”me dijo el Sr. Panza cuando le enseñé mi gato. “Pero el caso es que  hay un proverbio español que dice que no debes buscar tres pies al gato porque tiene cuatro patas. Y significa algo parecido a lo que te dijo el juguetero. No hay que buscar lo que no existe porque podrías alterar el orden de las cosas si lo haces.”

“Mi gato sí que tiene tres pies,” dije yo. “Mira.”

Sancho asintió.  

“Es un gato muy extraño,” dijo. “Pero sin duda es un gato, aunque tal vez sin catalogar.”

Sí que era un gato muy extraño. Tenía tres patitas, colocadas más como las de una persona que las de un gato. Terminaban en pies rosados. Y tenía otras dos patas que eran más como bracitos con manos. Pero podía sacar las uñas para defenderse como cualquier gato. Su cara era algo más ancha y grande que la de la mayoría de los gatos, pero era la cara de un gato. Su pelaje era gris, y más oscuro, casi negro, alrededor de los ojos, de modo que parecía que llevaba gafas. Tenía algunas motas o manchones negros en otras zonas también. Y podía cambiar de tamaño. La mayor parte del tiempo le gustaba ser lo bastante pequeño como para poder cargarlo en la palma de una mano. Le gustaba que le cargasen, y se pasaba gran parte del tiempo subido a mi cabeza o a uno de mis hombros.

Sancho y yo estábamos junto a un pozo cercano a la villa del fantasma romano Nauta. Sancho estaba allí porque le gustaba intercambiar proverbios y refranes y frases semejantes de sabiduría popular con los gatos de Nauta. Yo estaba allí porque quería presentar a mi gato a los de Nauta.

Nauta y Don Alonso salieron de la villa. Dos gatos les seguían.
   
“Mi gato negro se llama Catón,” dijo Nauta. “Y mi gato naranja se llama Catulo.”

Se agachó un poco para acariciar a mi gato.

“¿Qué nombre le has puesto a tu gato?”

“Gatocatcha,” dije orgullosamente. .

“Ese,” dijo sonriendo Don Alonso, que había leído el gran clásico hindú titulado  El Mahabharata, “es el nombre de un elefante. Y este gato es muy pequeñito, Pero es un nombre ingenioso, porque contiene las palabras gato y cat.”

Yo sabía que si hubiese alguien que sabría que significaba el nombre de mi gato iba ser él, y sonreí también.

“Si quiere ser amigo de mis gatos, debe ser coleccionista de máximas, proverbios, refranes y sabiduría clásica y popular,” dijo Nauta. “Mis gatos se reúnen con otros aquí junto a este pozo los jueves para intercambiarlos. El tema de hoy es, precisamente, amigos.”

“El verano es el mejor amigo de los pobres,” dijo Gatocatcha. Era un gato muy listo y yo sabía que no tendría problema intercambiando proverbios ni cosas semejantes.


“Los diamantes son el mejor amigo de una chica,” maulló Catulo con voz aterciopelada, “o eso dice mi novia.” Tenía el pelaje de color naranja con unas cuantas rayas blanca y le gustaba llevar pajaritas de muchos colores. Sus bigotes eran muy largos y era todo un dandy.


“Fidite Nemini,” dijo Augusto César. Había una estatua de él junto al pozo y el fantasma del emperador romano siempre se dejaba caer por ahí cuando los gatos se se reunían para intercambiar proverbios. Le gustaban más a él que a los mismos gatos. “No hay que fiarse de nadie,” insistió. “¡Sí no lo sabré yo!”

“El mejor amigo de un hombre es su perro,” dije yo sin pensarlo dos veces e inmediatamente me arrepentí de haber mencionado a esos animales.


El oscuro y sobriamente elegante Catón me miró directamente a los ojos y dijo, “¿La mejor amiga de un chico es su madre?”

Eso me escamó. Pero todavía es pronto para decir por qué.


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