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domingo, 19 de abril de 2020

89. Baño de luna en el Mediterráneo

En el verano, a muchas hadas les gusta bañarse bajo la luna llena estival. Mis hermanas se reunieron con mi madre esa noche para disfrutar de uno de estos baños y estaban haciendo cabriolas en el mar mediterráneo, de color añil y cubierto de estrellas.
                      

“¡Mami!”dijo Brezo a Mamá. “¿A qué no adivinas quién ha intentado secuestrarnos hoy? ¿Recuerdas al hombre que estaba con la mujer pollo-serpiente que secuestró a Arley? Bueno, los dos le secuestraron, pero por separado. Sí, recuerda, cuando cenábamos en La Cataplasma. El hombre que estaba bajo un hechizo de más guapo y se volvía más guapo cada vez que le mirabas.”
                 

“¡Ah! El sucio pirata que se ha gastado una fortuna en ponerse guapo. Yo le dije que no tenía que pagar un céntimo por estar más guapo. Con dormir un poco, todos mejoramos. Claro que ese también se tendría que haber aseado. Pero no hay necesidad de gastar en cirujanos. Un sueñecito que durase unos cincuenta años le hubiese arreglado a ese. Estaba hecho un asco. Me dijo que no se podía permitir cerrar los ojos por si le atacaba alguno de sus muchos enemigos, pillándole por sorpresa. No os quiero cerca de ese hombre, niñas. No importa lo guapo que esté ahora, no es de fiar.”                           

“¡Ya lo creo!” dijo Cardo. “Quería encerrarnos en su cocina y hacernos cocinar para sus amigos caníbales.”

“¿En serio?” dijo Mamá. “Tal vez vuestro padre debería hablar con él. Pero mejor no, porque es capaz de quedarse a cenar con esa gentuza. Yquién sabe en lo que podría acabar eso. Papá cree que todo el mundo es bueno, niñas. Es tan inocente y  crédulo. Y tonto del haba. Seguro que le acabarían estafando.”

“Barbamocos no llegó a atacarnos porque Brezo le convenció de que se fuese, pero yo escondía una rama enorme detrás de mí para darle un palo definitivo a la primera señal de violencia por su parte.”

 “¡Uy,  que historia más horrible!” exclamó mi madre tapándose los oídos. “¡No puedo escuchar esto!”

“Le mandé a casa de la hermana de Alpin, porque todos piensan dos veces antes de meterse con alguien de esa familia.”

“Sí,” dijo Cardo. “No conviene meterse con los Dulajan. Siempre caen de pie, como los gatos.”

“No es sólo lo brutos que son,” asintió Mamá. “Es que si toda su fiereza les falla, siempre pueden contar con Darcy para conseguirles la victoria.”

“¿Qué es eso que estáis diciendo de mi familia?” preguntó Alpin.


 Él y yo aparecimos remando una barquita. Era de un verde sandía por fuera, y de un rosa sandía por dentro. Habíamos remado hasta Mamá y las niñas a tiempo de oir sus comentarios sobre los Dulajan.

“Hola, Alpin,” dijo Brezo. “Tu hermana Fiona es muy valiente y hoy nos ha salvado de convertirnos en cocineras esclavas.”

“Seriá cómo pinches pinches,” dijo Mamá.

“¿Es eso peor que esclavas?” preguntó Alpin.

“Supongo que depende,” dijo Mamá. “Hay esclavas muy mimadas, pero la vida de un pinche de cocina siempre es dura.”

Cardo asintió. “Siempre están fregando y limpiando. Y doy fe que eso es un rollo.”
                        

Yo interrumpí la conversación para decirle a Mamá que yo había venido a decirle adiós.

“¿Qué? ¿Por qué? Si nunca estás en casa. ¿Dónde vas que requiera una despedida tan solemne?”



“Sólo nos vamos a Londres, reinecita,” dijo Alpin antes de que yo pudiese decir palabra, aquejado de un nudo en la garganta. “Quiero participar en las hadaolimpiadas y Arley tiene que visitar no sé qué museo. Queda tranquila, majestadilla. Nuestro estandarte destacará y ondeará por lo alto. Pienso ganar cada competición a la que me presente. Tampoco te preocupes por nuestra seguridad, porque viene con nosotros una guardaespaldesa. Y es una bestia redomada. Hoy es su día libre, pero volverá cuando despunte el alba o se lo descontaré de su salario.Excepto que no creo que tenga un salario. ¿Eso quiere decir que tengo una esclava?”

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