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martes, 19 de marzo de 2024

280. La tercera carta lunar

 280. La tercera carta lunar de Brezo a su hermano Arley, escrita durante la luna de joven verde doncel, y en la que una manera nueva de cenar, aunque al estilo del antiguo régimen, es descrita, siendo la última de estas cenas interrumpida por dos visitas.

Querido hermano,

No mucho  ha sucedido aquí. Ni siquiera ha empezado a deshelar. 

Todavía sigo acompañada. Y ahora ceno con candelabros. Verás, cuando le dije al hada zorril que podía quedarse, no le dejé sólo pulular por aquí. También le di de comer. Un poco de cena la primera noche, un bocadito a medianoche, y por la mañana el desayuno y cuando le preparé la merienda él me dijo que se encargaría de la cena. 

Así que cuando el reloj dio las ocho, cuatro autómatas, hombres de palo, vestidos con librea granate y oro, aparecieron en mi delicado comedor y dos de ellos se ocuparon de poner la mesa con un mantel del más fino encaje, tan fino como el que Beaurenard lleva al cuello. 

Cogieron los automatas de una cesta mía unas violetas que yo había recogido en los jardines de Mamá, que van adelantados, y las colocaron en un violetero de plata y ónix verde que habían traído con ellos. También habían traído vajilla y cubertería de plata reluciente y dos candelabros de cuatro velas cada uno. 

Uno de los hombres de palo sacó de un gran cesto una glorificada sopa de calabaza y luego una gran bandeja de falso marisco surtido y un enorme pavo relleno de nueces y frutas. El hada zorro comió un poco de todo esto, como si nada le importara. He de decir que nunca he visto a nadie manipular y pelar el marisco con tanta pulcritud y eficacia como lo hace Beaurenard. El mío me lo preparó uno de los sirvientes de madera, pues tanto Beau como yo teníamos uno al lado, pendientes en todo momento  de servirnos. 

Mientras el tercer autómata vigilaba, esperando el momento de servir el postre, el cuarto tocaba el violín. Francamente, me pone algo nerviosa comer con un espectáculo, aunque sea de suave música. Esto me ocurría también en las cenas formales celebradas en el palacio de nuestros padres. Pero así ceno últimamente porque Beau siempre se encarga de la cena. Y me visto para cenar, porque quedaría mal si no lo hiciese. Y hasta estoy pensando en redecorar el comedor porque mi humilde juego de mesa y sillas estilo boho no parece casar con tanta magnificencia.

Aunque los autómatas sirven por lo menos tres postres, el hada zorril siempre toma uvas verdes. Yo probé una y no entiendo como él puede comerlas. No están maduras. Tuve que preguntarle por qué las come.

“¿No te sientan mal? Están demasiado verdes para comer. ¿Es que necesitas demostrar que puedes?”

El hada zorro se río.

“No soy de los que necesitan demostrar cosas. Sé aceptar la derrota,” dijo. “Sólo quiero recordar que la victoria también puede ser agría… y amarga.”

La más reciente de nuestras cenas se vio interrumpidas por dos visitas inesperadas.

¡Adivina cual fue la primera! Nada menos que Betabél, que vino para pedirme la receta de una crema para rellenar y cubrir tartas de chocolate. Quería una concreta, que iba con una tarta de chocolate que preparé y Alpin devoró en una ocasión que parece ser que este caprichoso recuerda. Betabél no quiso sentarse a cenar con nosotros, se fue como vino, y tan rápidamente como pudo, murmurando gracias y sin permitir a Beaurenard o a los autómatas que la acompañasen a casa. 

La otra visita fue de Radley, el hermano Flynn que se supone que tú conoces. Este si se sentó y cenó con nosotros, pero sólo quiso postre, tarta de zanahoria, que no había pero hubo, porque los autómatas la produjeron de ese pozo de la nada mágica que hay dentro del cesto ese en el que traen la comida. Para mi sorpresa, Radley es un hada liebre.  Supongo que si los Flynn, que se supone que son todos hadas zorriles, pueden tener un hermano liebre y convivir pacíficamente, pues eso sí es una buena referencia, tal y como Leonado pensó que lo sería. Pero entonces, como si supiese lo que yo estaba pensando, Beau dijo que el hermano Radley era el más astuto de toda la familia.

Bueno, eso todavía queda por demostrar.

 Adiós por ahora, querido Arley, dice Brezo.

P.S. Adjunto la receta para la crema de cacao, que así se llama la cobertura y relleno para tartas de chocolate que buscaba Betabél. Camelia me la pidió una vez también. Por favor asegúrate de que la reciba Cami.

Crema de cacao

Dos tazas y media de azúcar glas.

Media taza de cacao en polvo.

Media taza de mantequilla blanda.

Tres o cuatro cucharadas de leche, dependiendo de como vaya la cosa al mezclarlo todo.

Tamizar  primero el azúcar, y luego volver a tamizarlo con el cacao en polvo. Añadir la mantequilla y la leche y batir hasta que esté todo bien mezclado.

Disfrutar con tarta de chocolate o simplemente a cucharadas pecaminosas.

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