Para encontrar tu camino en este bosque:

Para llegar al Índice o tabla de contenidos, escribe Prefacio en el buscador que hay a la derecha. Si deseas leer algún capítulo, escribe el número de ese capítulo en el buscador. La obra se puede leer en inglés en el blog Tales of a Minced Forest (talesofamincedforest.blogspot.com)

lunes, 12 de mayo de 2025

304. Peso mariposa

304. Peso mariposa

“Así que ese sobrado te dijo que se iba a ocupar él mismo de localizar el pelucón, pero ha mandado a unos bebés a buscarlo a la Vía Venenosa.”

“No me lo cuentes, AEterno, que ya lo sé, igual que tú, y solo sirve para alterarte más. No te desahogas, te hartas rabiando por tonterías. Yo en cambio sé que mi hijo está vigilando a mis bisnietos igual que tú le espías a él. No les va a pasar nada. Además, ese lugar se llama la Rua de los Remedios. El nombre se lo pusiste tú, no te vuelvas atrás ahora. Tú consentiste que esas plantas creciese en la isla. ”

“No me cuentes a mí tú tampoco cosas que yo ya sé también. Las plantas no tienen la culpa de que las usen así o asao. Pues los niños no han remediado nada. Sólo les han tomado el pelo.”

“Tú eres el que deja que los jocosos se pasen por la isla de vez en cuando en vez de expulsarles del todo y para siempre. El pájaro ha mandado a los niños a ese lugar a molestar a los Guardianes Doble W. Los Jocosos les odian, porque esos no permiten que ellos cojan plantas de ahí para gastar sus bromas pesadas.”

“Esa rara avis no es un jocoso, Divina. Como siempre, no te enteras. Es el bufón de la corte de tu querido yerno.”

“¿Kevin? ¿No está un poco mayor para andar por ahí disfrazado de pajarito?”

“Ahora lo sabremos. Se va a dar un piñato en cualquier momento. Esa rama no le va a aguantar mucho más tiempo. Si no se levanta cuando muerda el polvo, pues está viejo. Necesitará dormir un rato. ¿Pero por qué tiene que romper mis árboles para hacer reír? ¿Qué gracia tiene eso?”

“Eso pasa porque tú no le botas a ese sinvergüenza de la isla de una patada. Anda, ven aquí y siéntate en este sillón, delante de este espejo. Ya que estamos en una peluquería voy a darte un masaje en la cabeza. Masajearé tu cabellera, tu cuello y tus hombros. Un poco de energía sanadora te vendrá bien para que te relajes, que te va a dar algo si no te calmas.”

“Pues…sí que me gusta que me des masajes.”

“Claro. Es uno de los placeres de la vida.”

Y AEterno se sentó en uno de los butacones que había en la peluquería de Malvinio y se dejó relajar.

Mientras tanto, Azulina, Rosendo, Anémona y  yo, el hojita intelectual Dolfitos, dejamos atrás la Vía de las Plantas Ponzoñosas o la Rua de los Remedios, como se llama oficialmente, y volvimos a encontrarnos con el pajarraco que nos había engañado. Seguía sentadito en la misma rama.

“¿Qué? ¿Qué tal os ha ido con Wilibaldo y Winibaldo? ¿Tenían el pelucón?”

“Volvemos con las manos vacías pero muy sonrojados. Por tu culpa, hemos hecho el ridículo y además ofendido a dos inocentes. ¡Nos has engañado!” le dije yo al Pájaro Raro.

“¿Yo? ¿Acaso no necesitan esos un pelucón? Podrían perfectamente haber mangado el vuestro.”

“No es nuestro. Es de Durisilva. Oye, ¿no serás tú el pájaro que se llevó el pelucón, ahora que lo pienso?”

“Por supuesto que no. ¿Te parece que yo necesito una peluca?”

“Lo que necesitas…”

No hizo falta que yo dijese más. Mis primos de Isla Manzana habían entendido muy bien lo que necesitaba el Pájaro Raro. Tres de ellos saltaron desde la copa del árbol en el que estaba el Pájaro Raro hasta la misma rama  que a duras penas le sostenía. Lo hicieron al grito de “¡Viva el peso mariposa!”

La rama se partió, y el pájaro cayó, dándose un buen golpetazo al tocar tierra. Mis primos, que son livianísimos pero muy fuertes, recogieron la rama y la volvieron a pegar al árbol, pidiéndole mil disculpas por la molestia.

“Bueno, pues os habéis vengado. Y de mí, que no he hecho nada más que intentar ayudaros. Siento que no os haya ido bien con los Guardianes Doble W.”

“Sí, ahora sí que lo sientes. Antes no,” dijo Azulina, viendo como el pájaro se frotaba el cóccix.

“Mirad, para compensaros, os voy a sugerir otro posible chorizo de pelucas. Pietro Enjoyado es coleccionista. Y un caprichoso que siempre ha de tener lo mejor. ¿Por qué no le preguntáis si tiene vuestro pelucón entre sus pelucas? Tiene más de doscientas. Algunas de hilo de oro. Otras de platino.”

“¿Y ese quién es? ¿Otro pajarraco u otro calvo?” preguntó Rosendo.

“Ni lo uno ni lo otro, niño. Es el nieto mimado de los joyeros de Titania.”

“¡A ver en que lío nos metes tú ahora!” le reñí yo.

"De saber que alguien iba a venir a verme, me hubiese puesto otro look que el luto de mi tía abuela."




No hay comentarios.:

Publicar un comentario